Por orden de las autoridades, los locatarios tomaron previsiones y cerraron prácticamente todos los negocios de los alrededores
Este sábado, alrededor de 125 mil personas se reunieron en Francia, la gran mayoría simpatizantes de la agrupación los “chalecos amarillos”, quienes volvieron a tomar las calles de París para manifestarse violentamente contra las políticas económicas del presidente Emmanuel Macrón, especialmente el alza a los combustibles.
Fue desde los Campos Elíseos que Francisco Zea compartió lo que se vive en las calles parisinas, durante esta cuarta jornada de protestas a mano de este grupo de choque.
Tras enormes planchas de madera y en total tensión, habitantes y dueños de negocios intentaron protegerse de la rapiña y los actos vandálicos que los “chalecos amarillos” realizan a monumentos y comercios en general.
Por orden de las autoridades, los locatarios tomaron previsiones y cerraron prácticamente todos los negocios de los alrededores del centro.
Los parisinos querían evitar que, ante el muy probable choque entre la policía y los integrantes de este grupo, sus pertenencias sirvieran como proyectiles o bien sus comercios terminaran saqueados.
Por tal motivo, París lució como si estuviera en medio de una guerra, cortinas cerradas, grandes tablones de madera cancelando los aparadores, canceles y vallas de metal intentando cerrar el paso a puertas, y las conocidas mesas y sillas al aire libre, resguardadas en los interiores de los restaurantes.
En el ambiente se vivía tensión y ansiedad.
En este última manifestación las fuerzas del orden llevaron a cabo mil 385 detenciones, según informó el ministro francés de Interior, Christophe Castaner.
El primer ministro francés, Édouard Philippe, expresó su satisfacción por la acción de la policía.
“Las fuerzas del orden han hecho que se respete la ley”, y advirtió que el número de personas detenidas por estos actos se incrementaría conforme avancen las horas.
Por primera vez en años, la Gendarmería empleó vehículos blindados para afrontar a los manifestantes, quienes fueron replegados con gases lacrimógenos y vehículos con mangueras de agua a presión.
Los protestantes entonaban cantos como la Marsellesa, el himno nacional de Francia, y pedían la dimisión del presidente Macron mientras ondeaban enormes banderas.
Vehículos incendiados, olor a orines en las calles, cristales rotos, los “chalecos amarillos” intentaron arrasar con todo a su paso.
Hasta el momento, el gobierno francés analiza declarar “Estado de excepción”, mientras tanto, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, señaló que en este momento de crisis tuvieron que ser desarmados más de dos mil elementos de mobiliario urbano para evitar su uso como proyectiles.
https://youtu.be/ctYfozmNX8Y
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