El Alzheimer es la demencia neurodegenerativa más frecuente en el mundo, afectando habilidades cognitivas básicas para la vida cotidiana
Fue en el año 1906 cuando el psiquiatra alemán Alois Alzheimer describió por primera vez un tipo de demencia generada por la neurodegeneración en las células del cerebro y para la cual, hasta la fecha no hay cura.
Observando en 1901 los síntomas en una paciente, cinco años después publicó los descubrimientos que hizo en las alteraciones de las “neurofibrillas, al examinar el cerebro de la mujer se llamaba Auguste Deter, post mortem.
Los próximos cinco años, la literatura médica reportó al menos once casos de demencia similares, algunos de ellos ya con el término «enfermedad de Alzheimer», siendo Emil Kraepelin el primero en categorizarla después de la supresión de algunos elementos clínicos concomitantes como delirios y alucinaciones, así como características histológicas irrelevantes para el padecimiento.
Si bien en un primer momento fue denominada como “demencia presenil”, el Alzheimer no es una característica normal del envejecimiento, aunque el factor de riesgo conocido más importante es el aumento de la edad, y que la mayoría de quienes la padecen, tienen más de de 65 años. También existe el Alzheimer de inicio precoz.
El problema con este mal, es que se presentan problemas con las proteínas cerebrales, desencadenando una serie de eventos tóxicos en el que las neurona dañadas pierden conexión entre sí, muriendo con el tiempo.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la forma más común de demencia, calculándose que representa entre un 60 % y un 70 % de los casos. Mientras que en México, de acuerdo con especialistas de la UNAM, entre 800 mil y 900 mil personas padecen Alzheimer esporádico, lo que representa el ocho por ciento de los adultos mayores de 65 años.
El Alzheimer es una enfermedad que afecta las células del cerebro (neuronas), provocando que se degeneren y mueran. Quienes la padecen presentan un deterioro progresivo en la capacidad para procesar el pensamiento (Memoria, orientación, lenguaje, aprendizaje, cálculo, etc).
Los síntomas más significativos son el deterioro progresivo de las habilidades de pensamiento, comportamiento y sociales, alterándose la capacidad de una persona para funcionar de manera independiente, como:
- Pérdida de la memoria
- Dificultad para realizar tareas familiares
- Problemas para articular el lenguaje (olvida las palabras correctas)
- Problemas para reconocer objetos y/o rostros conocidos.
- Desorientación en tiempo y espacio (olvida fechas y lugares)
- Juicio pobre (no sabe qué hacer en situaciones simples)
- Alteraciones de cálculo (no puede sumar, restar, multiplicar)
- Pérdida de objetos personales como llaves, ropa, etc
- Cambios de ánimo (triste, enojada, ausente) o del comportamiento (como dejar herramientas en la cocina, dejar el teléfono en el jardín, dejar las llaves abiertas, etc.)
- Cambios de personalidad (como ausente o pensativo)
- Pérdida de la iniciativa (no se levanta, no come, no hace la comida, no se viste)
Los primeros visos de que alguien padece Alzheimer pueden aparecer cuando se olvidan eventos o conversaciones recientes, y a medida que el cuadro clínico avanza, el deterioro de la memoria se agrava, perdiéndose la capacidad de realizar tareas cotidianas.
Aunque no existe una cura para este padecimiento, hay medicamentos que ayudan a mejorar temporalmente los síntomas o retardar la tasa de disminución de las capacidades, ayudando a preservar la independencia por un tiempo.
En este contexto, tras un siglo de investigaciones, no ha sido posible encontrar una cura para la enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas, estando entre los principales objetivos de los neurocientíficos el poder revelar todos los aspectos posibles de esta terrible enfermedad.
IPR
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