La hipersexualidad se puede presentar tanto en hombres como en mujeres y fue clasificada por la OMS como un trastorno, pero no como una adicción
Conocida comúnmente como adicción al sexo o hipersexualidad, la conducta sexual compulsiva es un trastorno en el que las personas son incapaces de controlar su comportamiento sexual, comprendiendo actividades como la masturbación, el cibersexo, múltiples parejas sexuales, el consumo de pornografía o pagar por sexo.
El problema es que, de ser una actividad placentera y complementaria, pasa a convertirse en un comportamiento inevitable, generando una serie de patrones disruptivos y perjudiciales en otras esferas de la vida, como el trabajo, el estudio o las relaciones sociales.
La hipersexualidad se puede presentar tanto en hombres como en mujeres, aunque estadísticamente se presenta más en los primeros, y no conoce de orientación sexual o grado académico; afectando entre 3 a 6 % de la población mundial, entre los que se encuentran Felipe el Hermoso, Hugh Grant, Britney Spears, David Duchovny, Lindsay Lohan, Rob Lowe, Hugh Jackman, Tiger Woods o Robert Downey Jr., entre otras figuras históricas o de la farándula.
Condición que en 2018 fue clasificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un trastorno, pero no como una forma de adicción, en los últimos años ha habido un considerable incremento de este problema, en buena medida por la facilidad que otorga la tecnología para acceder a información e imágenes de contenido sexual explícito e intenso.
Así como de interactuar de manera anónima con otras personas, para realizar experiencias sexuales cibernéticas o acordar encuentros sexuales.
Si bien no hay una causa precisa sobre qué puede originar la hipersexualidad, los investigadores apuntan hacia dos posibilidades: Una anormalidad bioquímica o ciertos cambios químicos en el cerebro o lesiones en la corteza prefrontal medial del cerebro que dan lugar a un comportamiento sexual compulsivo.
En este sentido, recientemente, un grupo de científicos descubrió que la oxitocina también podría estar involucrada es desarrollar una conducta sexual compulsiva, pues esta hormona ha sido asociada en estudios previos con la regulación tanto de la vinculación social y de pareja, reproducción sexual, como con el comportamiento agresivo en mujeres y hombres.
Este hallazgo que fue publicado en la revista Epigenetics podría ser clave para encontrar un tratamiento contra este trastorno, a fin de reducir o inhibir la actividad de la oxitocina, ya sea a través de medicamentos o psicoterapia.
Al respecto, Adrian Boström del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Uppsala, Suecia, que realizó el estudio con investigadores del Grupo de Andrología y Medicina Sexual (ANOVA) del Instituto Karolinska, Estocolmo, Suecia, manifestó: “Nos propusimos investigar los mecanismos reguladores epigenéticos detrás de trastorno hipersexual para que podamos determinar si tiene algún sello distintivo que lo distinga de otros problemas de salud”.
Así, más allá de lo que la cause, la hipersexualidad, como otras compulsiones, si no se detecta y trata a tiempo, puede dañar la autoestima de quien la presenta, por las afectaciones en las esferas ya mencionadas de su vida.
Estando en riesgo de ampliar los efectos si se relaciona con problemas de abuso de drogas o alcohol, enfermedades de salud mental como depresión o ansiedad, adicción al juego, problemas familiares o antecedentes de abuso sexual o físico.
Así, además de poner en riesgo la vida profesional y las relaciones sociales, así como la estabilidad financiera o ser arrestado por cometer delitos sexuales, también está en riesgo la integridad física por el riesgo de contraer alguna infección de transmisión sexual como VIH o hepatitis, al realizar prácticas de alto riesgo.
Contenido relacionado
Más allá de estereotipos, ¿cómo es la diversidad sexual en la vejez?