Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, fue recibido con gritos de “asesino” a la entrada de la mesa de diálogo nacional para superar la crisis que ha dejado más de 50 muertos y centenares de heridos
El presidente nicaragüense Daniel Ortega concurrió el miércoles al inicio de un diálogo nacional con diversos sectores para buscar una solución a la crisis política que atraviesa su país y que ha provocado la muerte de más de 60 personas en la represión de protestas sociales, siendo un hecho histórico en los 11 años que lleva en el poder.
Acompañado de su esposa, la vicepresidenta y vocera del gobierno Rosario Murillo, el gobernante llegó a las instalaciones del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, al oeste de Managua, rodeado de un impresionante dispositivo de seguridad de más de 500 efectivos antimotines.
“¡Asesinos, asesinos, asesinos!”, les gritaron a coro decenas de activistas y manifestantes apostados en la entrada del sitio mientras la caravana de seguridad rodeaba los vehículos en los que se trasladaba la pareja presidencial.
“Han matado a nuestros jóvenes, a nicaragüenses que solo reclamaban por un país mejor. Queremos justicia y que se vayan”, dijo en medios de lágrimas Juanita Jiménez, activista del Movimiento Autónomo de Mujeres.
La Iglesia católica ejerce de mediadora en el diálogo, al que ha impuesto la condición de que se revise el sistema político de Nicaragua para lograr una auténtica democracia.
A pesar del anuncio de la instalación del diálogo, Ortega no logró detener los disturbios que se han generado en varios departamentos del país, especialmente en Masaya en el sureste, Matagalpa en el norte y Juigalpa, en el centro.
De la mesa de diálogo nacional participan el gobierno, estudiantes y representantes tanto de la sociedad civil como del sector privado.
Michael Healy, presidente de la Unión de Productores y Agricultores de Nicaragua, quien participa en nombre del sector privado, dijo que este encuentro debe buscar la democratización del país.
“Lo que buscamos es tener una Nicaragua demócrata. Nadie quiere un yugo y es eso lo que tenemos ahora y no podemos seguir así”, dijo Healy.
“El diálogo es para pedir justicia para las víctimas y la salida de Daniel Ortega del poder, porque no tienen capacidad de dirigir más a éste país”, dijo a los medios locales Azalea Solís, representante de la sociedad civil en el diálogo.
Nicaragua cumple 28 días de agitación social tras las multitudinarias manifestaciones a favor y en contra de Ortega que comenzaron tras una cuestionada reforma a la seguridad social.
La Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua, un organismo no gubernamental, informó esta semana que las protestas han dejado 65 muertos. Otros grupos y el gobierno han señalado que las cifras son menores.
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