Arturo Zaldívar es uno de los abogados más exitosos que existen en la palestra. No tiene menor necesidad de lucrar con nada.
Estamos acostumbrados en este país a que todo sea tenebroso. Que cualquier persona que figura en el ámbito público, es claramente, una rata. Que finalmente, propugnamos por un sistema de gobierno, basado en la “peorcracia”.
O sea el gobierno de los peores, por los peores motivos. Son los “peorcratas” un grupo de incompetentes, que no tienen competencia alguna, pero que reconocidos estúpidos útiles son buenos para ponerlos en distintos puestos.
En este punto quiero poner énfasis en el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A Arturo Zaldívar lo conozco como maestro, era el más prestigiado docente en materia constitucional. Y que en contraposición, nada tiene que ver con esa espiral de incompetentes.
Si en algún momento accedió a ser ministro fue porque tiene una sed irreductible de modificar un poder, que lejos de ser independiente, se había convertido en comparsa de los poderosos.
Arturo Zaldívar es uno de los abogados más exitosos que existen en la palestra. No tiene menor necesidad de lucrar con nada. Su despacho fue en su momento el más importante para tramitar los asuntos más trascendentes del horizonte empresarial. Por lo mismo, me parece ridículo cualquier intento de reducirlo a la influencia de López Obrador.
Para nadie es un secreto que quien lo propuso como ministro fue Calderón, en acuerdo con Gómez Mont, contemporáneos de la Escuela Libre de Derecho. Ambos imaginaron que, siendo su candidato, tendrían un alfil para poder manejar resoluciones y sentencias.
Rápidamente, Zaldívar demostró su independencia. En primer lugar, en uso de la extraña facultad de investigación de la Corte, determinó las graves omisiones en el caso de la guardería ABC, que libró el titular en aquel entonces del IMSS por el cariño del Presidente. Pero primordialmente diseñó y lideró la sentencia que liberó a Florence Cassez.
Al día de hoy, encabrona mucho el asunto de Cassez, pero, el ministro tuvo la virtud de enseñarnos cómo un sistema garantista debe de preservar la presunción de inocencia. Independientemente de la opinión que pudiéramos tener sobre la francesa, cuando no existía en este país, un juez que pudiera considerarla inocente por el montaje de los medios en donde la exhibían, real o dramáticamente, como secuestradora.
Si bien es cierto, que la sentencia fue presentada por la hoy secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el mérito jurídico estuvo a cargo de Zaldívar.
Esto toma importancia en el marco de su designación como ministro. En su momento Felipe Calderón consideró que Zaldívar sería un empleado al servicio de su Presidencia. Fue muy importante el rompimiento entre el Ejecutivo y el hoy presidente de la SCJN, pues Zaldívar jamás dejó que su decisión y su ponencia fuera influenciada por su excompañero.
Se equivocan todos aquellos que creen que el presidente de la Suprema Corte es un empleado o alfil del jefe del Ejecutivo. Con el tiempo y con las decisiones independientes de la Corte se darán cuenta que nada lo ata al ciudadano Presidente.
Hace un par de semanas, una opinión en las redes sociales de Diego Valadés fue muy sonada y por cierto muy atinada. El jurista un hombre de Estado, decía que la Suprema Corte no es un órgano político. Y que sus decisiones nada tienen que ver con un equilibrio político en el marco de una competencia entre los factores reales de poder.
Es puntual su apreciación, en el sentido de que la Corte no es un órgano que tenga que ver con un equilibrio político, sino con la aplicación puntual e irrestricta de la ley. La Corte no es un órgano que tenga que ver por los equilibrios de los partidos sino con el control de la Constitución.
Por ese motivo, celebro que al frente de la Corte hoy tengamos un jurista, un abogado convencido de que el Poder Judicial debe de ser un poder limpio y democrático, pero sobre todo profesional, donde los ciudadanos pueden encontrar un equilibrio ante cualquier exceso de los otros dos poderes, sin un enfoque político sino técnico y jurídico.
Y me consta que el presidente de la Corte es sin duda ese factor que impulsará una limpia en la evidente corrupción que en muchos procesos manchaba a la justicia Federal.
Para puntualizar, Zaldívar llevó los datos de una investigación independiente sobre el terrible caso de la guardería ABC, de la misma forma, no le importó el cálculo político sobre el caso Cassez y tejió de forma independiente la resolución que enmuinó al Presidente en turno.
No lo hizo por protagonismo, sino en el espíritu de preservar la nueva legislación penal.
Por eso celebro tener un presidente de la Corte independiente en lo jurídico y en lo económico, porque, al ser un contrapeso a López Obrador, es un garante de la Constitución y para eso le pagamos.
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