Muchos intérpretes han desarrollado ansiedades y psicosis durante su preparación del personaje principal que sufre esquizofrenia paranoide
Un día como hoy pero de 1809, nació el escritor, dramaturgo y poeta ucraniano Nilolái Vasílievich Gógol, considerado como uno de los máximos exponentes de la literatura rusa del siglo XIX, y creador de la obra Diario de un Loco, poseedora de una “maldición” entre los actores que se atreven a escenificarla.
La familia de Gogol perteneció a la vieja aristocracia polaca, por lo que desde muy joven siempre tuvo aspiraciones políticas y pudo trasladarse a la ciudad de San Petersburgo donde estudió en Nizhyn antes de trabajar como funcionario y dedicar su tiempo libre a la escritura.
En 1834 ingresó al íntimo círculo de escritores de la nueva corriente moderna rusa, haciéndose amigo de Alexander Pushkin y otras personalidades que le consiguieron una cátedra de historia de la Universidad, la cual a causa de su temperamento desordenado y apasionado, resultó un completo fracaso.
Tras haber publicado por más de cinco años sin mucho éxito, en 1835 publicó una colección de ensayos y novelas largas llamadas “Arabescos”, en donde se incluían La avenida Nevski y El Diario de un Loco.
En este último, Nikolai Gogol narró en forma de dietario el descenso a los infiernos de la locura de un funcionario de la administración zarista, Aksenti Ivanovich Poprischin, que acaba creyéndose el rey de España.
El relato ha sido llevado a menudo a escena como monólogo porque constituye un magnífico vehículo actoral y pone a prueba el virtuosismo de su intérprete.
Sin embargo, es tanto el esfuerzo escénico y la necesidad de estudiar al personaje principal, que muchos de los actores que han interpretado este monólogo han coincidido en que se llega a desarrollar una especie de psicosis y ansiedad producto del delirio que Poprischin vive paulatinamente.
En México, fue el gran actor Carlos Ancira quien presentó por primera vez el monólogo de Gogol, y fue tal su compromiso con el personaje que se se hizo encerrar durante un tiempo en un psiquiátrico para poder observar a los enfermos de primera mano.
El trabajo de Ancira es uno de los más recordados por el público mexicano y de los más alabados a nivel mundial gracias a la extraordinaria dirección de Alejandro Jodorowsky.
Muchos críticos señalaron que la enfermedad mental de su personaje había atrapado al actor y le había permitió continuar con obras de corte similar como Equus y El pensamiento, las cuales abordan la locura desde puntos de vista diferentes.
Por muchos años nadie se atrevió a competir con la interpretación del maestro Ancira, hasta que recientemente Mario Iván Martínez siguió sus pasos y a manera de homenaje, para celebrar los 25 años del fallecimiento del primer actor, retomó el montaje.
“Éste es un texto que yo había acariciado desde hace mucho tiempo y forma parte de un quinteto de historias cortas que escribiera el escritor ruso Nikolái Gógol y no es una obra de teatro, es un cuento, un relato corto. Por ende, cada intérprete que se atreve a llevarlo a escena tiene, forzosamente, que hacer un trabajo férreo de adaptación, porque no está escrito como obra de teatro“, declaró el actor.
No obstante, el igual que Carlos Ancira, Martínez también se topó con la necesidad de adentrarse a la mente de personas con esquizofrenia, por lo que se acercó a un hospital que atiende este tipo de enfermedad mental y conocer sus características y desarrollo personal.
“Para acercarme a este personaje me he querido sumergir en los delirios de la mente y Gógol esboza un cuadro patológico de esquizofrenia paranoide muy claro. Así que estoy trabajando directamente con médicos que me han puesto en contacto con pacientes que sufren de ello.
Para el esquizofrénico paranoide no existe nadie más que él mismo. Durante esta entrevista con el paciente, aunque le hacíamos preguntas, ¡era un monólogo! Y todos los personajes que están en la obra de Gógol encontraron su equivalente en este señor con el que platiqué: la madre, la mujer, delirios eróticos, la fragmentación de las ideas, el delirio de persecución, eso me sirvió mucho, porque conocí a mi Aksenti Ivanovich, en versión mexicana y fue sumamente emocionante”, detalló Martínez.
Esta necesidad de estudiar a fondo el personaje de Gogol, ha desatado un rumor que señala que cualquier actor que se atreva a meterse en la mente de una persona “loca” terminará afectado emocional y mentalmente, al grado de que no podrá realizar ningún otro montaje que no esté relacionado con la locura.
Este rumor ha elevado a grado de “obra maldita” el cuento de Gogol, por lo que pocos actores han logrado posicionar efectivamente este montaje.
En nuestro país, además de los actores mencionados, también Juan Antonio Edwards y Radamés de Jesús han interpretado la obra.
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