La hazaña de Yuri Gagarin tuvo una repercusión mucho más amplia que el simple ascenso al espacio exterior, fue un hecho histórico de enormes consecuencias
Todos conocemos la historia de Laika, aquella perrita soviética que se convirtió en el primer ser vivo terrestre en orbitar la Tierra a bordo de la nave soviética Sputnik 2, pero pocos recuerdan el nombre de Yuri Gagarin como el primer humano que logró salir al espacio.
Era el final de la década de los 50’s cuando en plena Guerra Fría científica, Estados Unidos y Rusia buscaban ser los primeros en conquistar el espacio exterior y figurar en la historia como los pioneros en la nueva ciencia interestelar.
En 1957 poco se sabía sobre los efectos que los vuelos espaciales podían producir sobre los seres vivos y la tecnología suborbital no se había desarrollado todavía, por ello Laika fue piedra angular para saber si los humanos podrían o no sobrevivir al lanzamiento o a las condiciones del espacio exterior.
Luego de que el Sputnik 2 fuera lanzada al espacio exterior el 3 de noviembre de 1957, y que la perrita callejera muriera horas después del lanzamiento por sobrecalentamiento, ingenieros y científicos comprobaron que era posible que un pasajero vivo sobreviviera al ser puesto en órbita y soportar la microgravedad.
Tras Laika, la URSS envió doce perros más al espacio, de los cuales cinco regresaron con vida a la Tierra, hasta que finalmente el 12 de abril de 1961 el astronauta ruso, Yuri Gagarin, realizó el primer vuelo espacial tripulado, un evento histórico que abrió el camino a la exploración del espacio en beneficio de toda la humanidad.
El hito que dejó boquiabierto al mundo entero, puso por delante a la Unión Soviética en la carrera espacial que despuntaba en Estados Unidos y que tocó su máximo esplendor que ocho años después, cuando Neil Armstrong pisó la Luna.
Moscú había hasta entonces logrado con el Programa Sputnik, lanzar 10 satélites y también ostentaba el primer lugar en envío de animales al espacio.
La decisión de enviar a un piloto, un cosmonauta, al que seleccionarían del Ejército Rojo se hizo impostergable dados los avances que Estados Unidos mostraba, aunque en realidad la URSS no sabía con certeza de que el voluntario volviera con vida.
El miércoles 12 de abril de 1961, Gagarin se convirtió en el primer ser humano que viajó al espacio en la nave Vostok 3KA-3, más conocida como Vostok
Se sabe que el vuelo duró 108 minutos en total: 9 minutos para entrar en órbita y luego una órbita alrededor de la Tierra.; y que lo único que Gagarin tenía que hacer era hablar por radio, probar un poco de comida —fue el primero en comer a bordo de una nave espacial— con el objetivo de saber si un ser humano podía sentir y comportarse de manera normal estando sin gravedad.
“Tuve el privilegio y el honor de realizar el primer vuelo alrededor de la órbita terrestre durante 1 hora y 48 minutos”, diría sintéticamente Gagarin, a su regreso después de la hazaña.
Según los medios soviéticos, durante la órbita Gagarin comentó: “Aquí no veo a ningún Dios“, sin embargo, no hay grabación que demuestre que el cosmonauta pronunció esas palabras.
Lo que sí se sabe que dijo con certeza fue: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”.
Aunque los científicos no conocían con certeza los efectos de la ingravidez, y la nave estuvo siempre bajo control terrestre, en caso de emergencia contaba con todos los instrumentos de vuelo necesarios para el aterrizaje manual , por lo que Gagarin estaba sujeto a un asiento eyectable, por medio del cual saldría del módulo de la nave luego del descenso, a una altitud de aproximadamente 7 kilómetros.
Debido a un error del sistema de frenado, la cápsula del Vostok no aterrizó en la región prevista en Stalingrado, hoy Volgogrado; sino en la provincia de Sarátov, en el pueblo de Smelovka, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Engels.
La campesina Anna Tajtárova de una granja colectiva cercana y su nieta Rita, de seis años de edad, fueron las primeras personas en encontrar a Gagarin.
Llevaba un extraño traje naranja y un casco blanco con unas grandes iniciales en rojo, CCCP (las siglas en ruso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).
“¿Vienes del espacio?“, preguntó la anciana; “Ciertamente, sí“, dijo el cosmonauta que, para calmar a la campesina, se apresuró a añadir: “Pero no se alarme, soy soviético“.
Esta conmemoración anual permite recordar el inicio era espacial y reafirmar que la ciencia y la tecnología cósmica contribuyen de manera crucial a conseguir los objetivos de desarrollo sostenible y aumentar el bienestar de los Estados y los pueblos.
El Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados también quiere sensibilizar al mundo para asegurar que se cumpla la aspiración de reservar el espacio ultraterrestre a fines pacíficos.
La hazaña de Yuri Gagarin tuvo una repercusión mucho más amplia que el simple ascenso al espacio exterior, pues las misiones posteriores facilitaron descubrir y desarrollar aplicaciones prácticas y altamente positiva para la agricultura, la meteorología, las telecomunicaciones y la educación.
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