Si bien esta enfermera no cuenta con estudios formales de canto, los pacientes han mostrados efectos positivos ante esta iniciativa
La pandemia de Covid-19 ha mostrado múltiples facetas en la sociedad, la cual se ha visto afectada por la falta de contacto físico a consecuencia de las cuarentenas a las que grandes ciudades se han sometido, así como el aislamiento total en el que los pacientes con esta enfermedad se hallan.
Los hombres y mujeres que se encuentran ingresados en alguna unidad hospitalaria son quienes más padecen crisis de angustia y ansiedad, a raíz de no poder tener contacto físico con sus cuidadores, quienes debajo de trajes especiales reducen al mínimo la interacción con los pacientes.
Esta sensación de “abandono” provoca que la salud de muchos infectados con Covid-19 se complique, ya que la soledad y el asilamiento impacta en su estado de ánimo.
Ante ello, una enfermera del Hospital General Regional Número 110 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ubicado en la colonia Oblatos, tomó la iniciativa de cantar a los pacientes con COVID-19 para calmar su miedo, ansiedad y depresión.
“Me siento muy feliz de poder cantarles, por medio de mi voz transmitirles lo que yo siento. Trato de hacerlo espiritualmente, siempre respetando (sus creencias), les pido permiso y por lo general lo que canto es una alabanza“, comentó la enfermera Laura Estela García.
Mediante un comunicado, el IMSS señaló que si bien Laura no cuenta con estudios formales de canto, los pacientes han mostrados efectos positivos ante esta iniciativa.
De acuerdo con la trabajadora, los efectos han sido positivos: las personas reducen sus miedos, así como sus estados de ansiedad y depresión, además de liberar emociones que los afectaban.
“He visto llorar a pacientes hombres como bebés y eso me enternece. Yo les consigo un teléfono para que puedan hablar con sus familiares y se piden perdón, es muy emocionante.
De acuerdo con la trabajadora, los efectos han sido positivos: las personas reducen sus miedos, así como sus estados de ansiedad y depresión, además de liberar emociones que los afectaban.
“He visto llorar a pacientes hombres como bebés y eso me enternece. Yo les consigo un teléfono para que puedan hablar con sus familiares y se piden perdón, es muy emocionante.
“Una vez una señora me dijo que no sabía orar. La tomé de las manos y sus ojos se empezaron a cerrar, se quedó tranquila”, comentó.
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NCV