Ponerse en la situación del niño es muy útil y por favor, eviten frases como “por qué lloras si no duele” o “échale ganas” sobre todo en las etapas más complejas
Tener a un hijo enfermo es una de las más amargas experiencias por las que una familia puede pasar. Y cuando esta enfermedad se llama cáncer, resulta devastador para cualquiera. Es por eso que en días como hoy y con información del Servicio de Oncología Pediátrica del Hospital San Juan de Barcelona y la Asociación Americana de Oncología intentaremos responder ¿cómo decirle a un niño, que tiene cáncer?
Lo primero y más importante es que los padres y personas que estarán involucradas en este proceso entiendan qué es la enfermedad, cuál es el diagnóstico, las opciones, los procedimientos a seguir, el tratamiento adecuado y una vez asimilada la situación, hablarlo con el niño.
Es muy importante nunca subestimar a los pequeños. Si bien se le dará información según su edad y entendimiento, no hay que olvidar que los niños perciben cuando algo anda mal. Y el no explicarles las cosas con claridad hará que echen a volar su imaginación. Pensarán que es su culpa estar enfermos, no sabrán si es contagioso o se harán responsables de la preocupación del resto de su familia.
A diferencia de un adolescente, un niño con cáncer no estará pensando tanto en la enfermedad. Más bien se enfrentará a cosas que le asustan. A lo desconocido, a procedimientos que le hagan daño o le causen dolor. O cosas que puedan llegar sin avisar y miedo a estar solos o lejos de sus papás.
La sinceridad será básica pues en la era de la información, los datos que omitan los padres, harán que los niños los busquen en Internet con el riesgo de caer en desinformación y llegar a tomar malas decisiones o sentirse engañados por las personas en quien deberían confiar. De ahí la importancia de explicar qué procedimientos serán invasivos o molestos y cuáles podrán verse aparatosos pero sin causar daño.
Ponerse en la situación del niño es muy útil. La perspectiva de los menores es menos compleja que la de un adulto. Y en muchas ocasiones son ellos quienes ayudan a sobrellevar mejor la enfermedad en la familia. Y por favor, eviten frases como “por qué lloras si no duele” o “échale ganas” sobre todo en las etapas más complejas.
En casa los expertos recomiendan mantener las actividades lo más normal posibles. Tener a los niños entretenidos con manualidades, pintura, música o videojuegos. De ser posible continuar con las tareas o lecturas escolares con base en la fuerza y ánimo del niño, e integrarlo a la cotidianidad con una que otra responsabilidad que lo haga sentirse valioso y parte del equipo.
Ojalá la ciencia evite que más niños tengan que pasar por un cáncer. Y mientras eso pasa, oncólogos, psiquiatras y terapeutas estarán con la mejor disposición de apoyar a las familias, pues estar sólo en esta experiencia no tiene por qué ser opción.
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