Tras darse a conocer el perfil físico de las jóvenes atacadas en el Metro, ¿cómo se modificarían las agresiones a mujeres si todos pusiéramos más atención cuando alguien las quiere agredir?
La semana pasada por diversos medios se dió a conocer el perfil físico de las jóvenes atacadas en el Metro de la Ciudad de México. Por los registros presentados a través de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México, las víctimas eran jovencitas de entre 20 y 25 años, en su mayoría universitarias, de complexión delgada, tez morena clara, cabello largo de color negro y usualmente distraídas con el teléfono celular.
Los principales focos rojos estaban en las estaciones Coyoacán, Miguel Ángel de Quevedo, Centro Médico, Potrero y Candelaria. Eran atacadas entre las 5 de la tarde y las 10 de la noche, los lunes, miércoles y viernes cuando viajaban solas rumbo o de regreso de la escuela.
Las estrategias para delinquir eran varias, algunos las hacían ver como novias o hermanas fuera de control o bajo una crisis nerviosa. En otros casos simplemente las tomaban y las alejaban de la multitud amenazándolas con lastimarlas si hacían algún movimiento o pedían ayuda.
Después de estos reportes se supieron de algunas denuncias y confusiones que como es costumbre sirven de mucho para diluir el tema y perder el objetivo de la crisis por la que estamos pasando en el país respecto a la seguridad de las mujeres. Sin embargo, entre todo esto hubo un perfil que olvidaron mencionar. Un tipo de persona que ha influido mucho para que estos problemas crezca cada día más.
Se trata de hombres y mujeres de entre 16 y 70 años, en su mayoría ciudadanos que estudian o trabajan, se caracterizan por pensar en que sólo se deben meter en cosas que les afecten directamente. Van por la vida pensando en sus problemas y desconocen que lo que afecta a unos, perjudica a todos. Usualmente van distraídos en el celular para no ceder asientos, observar lo que pasa a su alrededor, ver quién necesita ayuda o en qué momentos podrían ser útiles para mejorar su entorno.
¿Qué pasaría si empezáramos a cuidarnos entre todos? ¿Cómo se modificarían las agresiones a las mujeres si los ojos de todos los que circulamos alrededor de ellas pusiéramos más atención cuando alguien las quiere agredir? En qué nos afectaría dejar de ser pasivos y volvernos ciudadanos activos por un mejor país. Porque nos la pasamos diciendo que somos más los buenos, pero todo parece indicar que sólo los malos son los que saben estar mejor organizados.
El tema no es sólo de género, no es sólo por ellas. Es porque cada uno de nosotros defendamos por fin lo que está bien y lo que está mal, en este México que se supone queremos cambiar.
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