Kubrick nos muestra, a través de su mirada, que cada instante es valioso y cada día con él es un obsequio digno de apreciar y conservar.
Es difícil olvidar aquel 4 de octubre de 2009, cuando por primera vez pensamos en tener una mascota. Después de salir de la Iglesia de Tlacoquemecatl, lo cual era poco común ya que en dos décadas apenas habíamos asistido unas diez veces, incluyendo celebraciones. En el parque, vimos a una mujer paseando a tres West Highland White Terrier con correas. A partir de ese momento, surgió el deseo de tener a Kubrick en nuestras vidas. El día siguiente, mi hermano llegó de Estados Unidos a México por asuntos de trabajo. Él tenía a Abby y en cuestión de minutos, prometió que uno de los cachorros de su camada sería para mí. Los cachorros nacieron 15 días después. Kubrick tenía tres meses y medio de edad y pesaba 4.5 kilogramos. Viajó desde Carolina del Sur a México, haciendo escala en Denver, con todos los documentos de importación y sus primeras vacunas, siendo la de la rabia obligatoria.
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De aquel 31 de enero de 2010 en que lo vi por primera vez en vivo, a hoy, han pasado innumerables aventuras. Pero ya con 14 años encima, no es el mismo. Se le nota. El el parque le dicen el sabio de nuestra pequeña manada de tres, se le nota la edad al caminar, al pasar tantas horas dormido; ya exige que lo subas al sillón cuando antes lo hacía sin dificultad alguna. Ha sufrido un par de desvanecimientos; su ojo izquierdo ya es sólo una pieza decorativa que cuidamos con puntualidad médica.
Sí, desde que cumplió 10 años lo comencé a ver con una mirada distinta. Y desde entonces disfrutamos juntos cada instante. Porque…
Llegará el día.
A medida que nuestros fieles compañeros entran en sus años dorados, nos encontramos frente a una etapa de la vida tan inevitable como conmovedora. No es solo un período de desaceleración y cambios físicos, sino una época que profundiza el vínculo entre nosotros y nuestros perros, enseñándonos el valor de la paciencia, la ternura y el amor incondicional. Esta etapa nos ofrece una oportunidad única para retribuirles, en cuidados y atenciones, todo lo que nos han brindado a lo largo de su vida: alegría, compañía y lealtad sin medidas.
Kubrick, con sus 14 años de vida, es todo un veterano de la raza West Highland White Terrier. Cada arruga de su blanco pelaje cuenta historias de tardes juguetonas y siestas al sol, y cada paso que da ahora, más cauteloso que en su juventud, nos recuerda la importancia de adaptar nuestros corazones y hogares a la comodidad de estos nobles amigos en sus años dorados. A través de su mirada, que aún brilla con el reflejo de incontables amaneceres compartidos, Kubrick nos enseña que cada momento es precioso y cada día a su lado es un regalo a atesorar.
Cuidar de un perro en sus últimos años es un viaje emotivo y desafiante, que requiere comprensión y adaptación a sus necesidades. Es un tiempo para observar más de cerca, para ajustar nuestra rutina y nuestro hogar a su confort, para asegurarnos de que cada día a su lado sea lo más placentero posible. Es un momento para agradecer el regalo de su presencia y para prepararnos, con serenidad y gratitud, para despedirnos con la misma lealtad y amor que ellos nos han demostrado.
En este sendero juntos, recordemos que aunque sus pasos se vuelvan más lentos, su corazón y su espíritu siguen llenos de amor por nosotros. Cada día con ellos es un regalo, una lección de vida sobre el amor en su forma más pura y desinteresada. Acompañarlos en esta última etapa de su vida es un honor, una última oportunidad para demostrarles cuánto los amamos y lo agradecidos que estamos por cada momento compartido.
Cuidar de tu perro en sus últimos años de vida es un acto de amor que requiere atención especial y adaptaciones en su rutina diaria para garantizar su comodidad y bienestar. Aquí te detallo una guía para acompañar a tu fiel amigo durante esta etapa, desde aproximadamente los 7 años para razas grandes, más de 10 años para las razas pequeñas, o cuando notes los primeros signos de envejecimiento.
Afecto y Paciencia: Aumenta el afecto hacia ellos. Los masajes pueden ser una excelente manera de relajar sus músculos y fortalecer vuestro vínculo. Sé paciente si pierden el control de su vejiga y evita regañarlos, prefiriendo siempre el refuerzo positivo.
Controla el Ejercicio: Ajusta las rutinas de ejercicio a sus capacidades actuales, evitando forzarlos y permitiendo que marquen el ritmo durante los paseos.
Revisiones Veterinarias Regularmente: Incrementa las visitas al veterinario para detectar y tratar de manera precoz cualquier problema de salud. Es aconsejable realizar chequeos generales y análisis cada seis meses.
Adapta tu Hogar: Asegúrate de que tu hogar sea un lugar seguro y cómodo para ellos. Proporciona una cama cómoda y adecuada a sus necesidades, mantén el agua fresca a su disposición y adapta los espacios según las estaciones para su comodidad.
Alimentación Especializada: La alimentación debe ser adecuada a sus necesidades nutricionales cambiantes. Consulta con un veterinario o experto en nutrición para ajustar su dieta y evitar cambios abruptos de alimentación que puedan afectar su digestión.
Entiende sus Cambios de Comportamiento: Sé comprensivo con los cambios en su comportamiento. Puede que busquen más atención o prefieran estar solos. Proporciona juguetes adecuados para su edad y acondiciona nuevos espacios cómodos para ellos.
Desparasitación y Vacunación: Mantén al día su plan sanitario con desparasitaciones regulares y vacunaciones, incluyendo la antirrábica obligatoria y otras vacunas combinadas recomendadas por el veterinario.
Castración: Considera la castración para prevenir enfermedades y evitar el nacimiento de cachorros sin hogar. Consulta con el veterinario el momento oportuno para realizar esta intervención.
Buena Alimentación: Proporciona una dieta balanceada y ajustada a las necesidades específicas de su edad, favoreciendo su salud y calidad de vida.
Recuerda que cada perro es único, y lo más importante es observar y adaptarse a sus necesidades individuales durante esta fase de sus vidas. El cariño, la comprensión y el cuidado adecuado pueden hacer una gran diferencia en su bienestar.
Mientras nos preparamos para decir adiós, recordemos que su legado de amor, lealtad y alegría permanecerá con nosotros mucho después de que hayan partido. Nuestros corazones pueden sentirse pesados con la anticipación de su ausencia, pero también están llenos de la luz de los recuerdos compartidos. Al final, no se trata de cuánto tiempo estuvieron con nosotros, sino de cómo vivieron y cuánto amor pudimos compartir en ese tiempo.
Que estos últimos años sean un testimonio de ese amor inquebrantable, una despedida digna de una vida bien vivida a nuestro lado.
Infinidad de aventuras han pasado desde que Kubrick llegó al Aeropuerto Internacional en 2010. Las tardes que nos quedan serán épicas, como todo lo que hemos vivido, y cuando haya que decir adiós, sé que no quedará una emoción que no hayamos descubierto.