Los expertos estiman que el coronavirus puede afectar hasta 7 órganos diferentes una vez que entra al cuerpo.
La enfermedad que causa COVID-19 no es una simple afección respiratoria. También ataca al corazón, los vasos sanguíneos, los riñones, los intestinos, el cerebro y otras partes del cuerpo, como ningún otro patógeno antes.
El virus inicia su viaje en la nariz o la garganta. Ahí, en las mucosas que las protegen, encuentra la bienvenida ideal. Las células de esta región están cubiertas de una proteína llamada ACE2 que el SARS-CoV-2 reconoce y utiliza para fusionarse con ellas e introducir su material genético.
Una vez dentro, les ordena detener sus funciones normales y obliga a crear más y más virus en el interior de estas células. Antes de morir, fabricarán millones de copias del coronavirus, que después infectarán a células vecinas o saldrán del cuerpo para invadir a otra persona.
En los siguientes días, el coronavirus se sigue propagando y migra hacia la faringe y la laringe.
El coronavirus continúa descendiendo y llega a los pulmones. Este es el momento que los médicos temen. Si el SARS-CoV-2 infecta a las células que rodean los alveolos, inicia una batalla muchas veces mortal entre el virus y el sistema inmune.
Las defensas del cuerpo atacan al coronavirus y a las células infectadas, dañando también a los pulmones a su paso.
Los tejidos del pulmón se inflaman tanto que dificultan la labor de los alveolos, las diminutas bolsas de aire encargadas de introducir oxígeno al torrente sanguíneo para que sea después distribuido a todos los demás órganos.
Si la infección progresa, esos niveles de oxígeno disminuyen y es ahí cuando nos cuesta trabajo respirar. Tosemos, nos da fiebre.
En su intento por combatir la infección, nuestro sistema de defensas reacciona de forma desproporcionada.
Debido a la inflamación, los pulmones ya no funcionan bien. Se endurecen. Sus alveolos se llenan de pus: moco, células muertas, líquido y células del sistema inmune.
En radiografías, aparecen manchas blancas donde debería haber espacios negros, indicando aire. En este punto de la enfermedad, la gente se asfixia y tiene que ser entubada a un ventilador mecánico
En estos últimos meses, la pandemia ha dejado algo claro. La infección del SARS-CoV-2 no se limita a los pulmones.
Los científicos sospechan que también ataca a otros órganos cuyas células expresan ACE2, la puerta de entrada del coronavirus.
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AFG