El matrimonio infantil es la unión informal contraída por una persona menor de edad, especificada por varias organizaciones como UNICEF
Cuando estas frente a un río congelado pareciera que nada se mueve. Sin embargo debajo de esa capa de hielo la corriente sigue su curso y por eso hay que tomar precauciones. Lo mismo pasa con la pandemia, diversos temas siguen afectando a la sociedad pero resultan imperceptibles para muchos, pero no por ello debemos dejarlos pasar, sobre todo si el tema involucra a los niños.
Saul Arellano, de México Social presentó hace unos días, un interesante estudio sobre lo que se ha avanzado en el tema de los matrimonios infantiles o a edades tempranas. En donde aun cuando en el marco jurídico se ha homologado la edad después de los 18 años, esto no ha evitado que se sigan registrando casos en donde los contrayentes siguen siendo jóvenes, que además tomas esas decisiones medianas por presiones familiares o por la ausencia de protección y cuidado de las autoridades.
Cifras del INEGI reportan que entre 2010 y 2019 hubo más de 350 mil matrimonios entre personas que al contraer nupcias tenían entre 15 y 19 años de edad. Un fenómeno que por fortuna va a la baja, pues mientras en el 2010 se registraron poco más de 53 mil matrimonios entre niñas, niños o adolescentes, para el 2019 el número había bajado a unos 18 mil con un leve incremento que el año anterior.
¡Cifras aterradoras! En el 2010 se registraron 53 mil 590 matrimonios infantiles. No debemos de bajar la guardia la erradicar el matrimonio prematuro y trabajar en conjunto para ofrecer oportunidades #AbreLosOjos @FranciscoZea @ElOpinadorTV por @ImagenTVMEx pic.twitter.com/M8qCzFnPd6
— imagenzea (@imagenZea) October 13, 2020
Razón por la cual no hay que bajar la guardia pues aun estamos lejos de poder erradicar el matrimonio infantil. Así como ideas arcaicas de que es el único modelo válido para la formación del núcleo familiar, que sólo puede llevarse en parejas heterosexuales o que el varón siempre debe ser el jefe de familia. Pensamientos que en nada ayudan a los derechos humanos y a la construcción apropiada de la niñez.
¿Qué hacer? Trabajar en conjunto sociedad y gobiernos estatales y federales para erradicar esta costumbre, garantizar los derechos sexuales y reproductivos, y ofrecer un abanico de oportunidades con opciones informadas y tomadas con inteligencia.
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Lo que nos lleva al otro punto, la educación. Pues a decir de la UNESCO luego de la pandemia, alrededor de 11 millones de niñas en el mundo no podrán regresar a la escuela. Esto debido a que deberán hacer labores domésticas no remuneradas, por violencia de género, encaminadas a matrimonios precoces, embarazos adolescentes, o por la creencia de que no tienen derecho a la educación.
Así que ante este panorama, hagamos un esfuerzo por ver más allá de lo que la pandemia nos presenta. Defendamos el derecho de las niñas al estudio y sobre todo a la capacidad de decidir por un destino que nos haga explotar nuestro potencial para hacer de este mundo un lugar equitativo y mejor para todos.
IPR
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