Un buen aeropuerto es una mina de oro y con un gobierno que se jacta de honesto, sólo será cosa de prepararnos para administrar la abundancia, como diría aquel
Esta semana los chinos inauguraron el nuevo aeropuerto internacional en Pekín. Una obra con las dimensiones de 98 estadios de fútbol. Tan sólo la famosa estructura de estrella abarca unas 24 canchas.
Todo construido sobre en superficie de 700 mil metros cuadrados y que según sus creadores la convierte en la terminal más grande del mundo.
Está situada a 46 kilómetros al sur de la capital. Algo así como de la Ciudad de México a Tres Marías.
La obra tenía un costo original de 13 mil 800 millones de dólares. Al final fueron 11 mil 500 sólo de la obra principal, que en la primera etapa, empleó a 40 mil trabajadores.
Al final, entre detalles, carreteras, conexiones para el tren de alta velocidad, estaciones de metro y metrobús, todo el chistecito costó 17 mil 500 millones de dólares.
Se espera que para el 2025 funcione a toda su capacidad y reciba a unos 72 millones de pasajeros anuales. Empezará a trabajar con 4 pistas, pero para el 2040 sumarán otras 4, una de ellas para uso militar.
Será capaz de transportar 4 millones de toneladas de carga al año. Y aspiran a convertirlo en el aeropuerto más concurrido del planeta.
Un proyecto que inició en 2014, un año antes que nosotros arrancaremos la idea del aeropuerto de Texcoco.
Y mientras ellos celebran su inauguración, ¿en dónde andamos nosotros? ¿cuáles son nuestras perspectivas de crecimiento en esta área? ¿realmente seguimos pensando que un aeropuerto sólo beneficiará a los ricos y poderosos?
Imaginen lo que una obra bien planeada como esta, donde quiere que se encuentre, puede generar en comercio y oportunidades. Tránsito, inversión, turismo, negocios, derrama económica, y demás rubros en la economía de una nación a nivel nacional e internacional.
¿Será que podamos concretar algo así algún día? Porque dinero si hay, lo que quizá no haya siempre sean mansiones para vender o dinero del crimen organizado que incautar y regalar. O peor aún, y si Panamá nos come el mandado por ese balón suelto que nosotros nos empeñamos en tirar
México tiene muchos pobres, si. Pero también tiene muchas oportunidades de crecimiento que alejarían a la pobreza incluso en el mediano plazo. Cosa de quitarnos esa costumbre del “poquiterismo”, con remendadas por aquí y por allá.
El eterno convencimiento al voto gracias a la ignorancia, los egos y esa maldita costumbre de quererse hacer putrimillonario, para una y mil vidas, en la primera oportunidad.
Un buen aeropuerto es una mina do oro y con un gobierno que se jacta de honesto, sólo será cosa de prepararnos para administrar la abundancia, como diría aquel.
Imagen: @ChinaEmbEsp
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