El Cártel de Sinaloa, conocido por sus actividades en el narcotráfico, ha descubierto métodos nuevos y sorprendentes para ampliar su imperio delictivo.
En una sorprendente revelación, el Departamento de Justicia de EE. UU. expuso el modus operandi de Miguel Báez Guevara, conocido como ‘Javi’, un lugarteniente del cártel que se dedicó a reclutar a residentes de Alaska para facilitar el tráfico de drogas. Esta historia no solo pone de manifiesto la astucia del cártel, sino también las vulnerabilidades de las comunidades remotas.
El 30 de agosto de 2024, se hizo pública la condena de 28 años de prisión para Báez Guevara, quien acumuló millones de dólares a través de su red criminal que operaba desde México hacia Alaska. Las indagaciones realizadas por la Administración de Control de Drogas (DEA) revelaron que ‘El Javi’ no solo tenía un perfil criminal notable, sino que también era un experto en el engaño. Empleó redes sociales para establecer contacto con personas en Alaska, creando una falsa sensación de amistad antes de manipular a sus víctimas.
Mediante perfiles falsos, ‘El Javi’ se comunicaba principalmente con mujeres en Alaska, ganándose su confianza al ofrecerles promesas de viajes gratuitos a México. Una vez que lograba establecer un vínculo emocional, ofrecía incentivos para que las personas viajaran a México a recoger cargamentos de narcóticos. Esta táctica de explotación emocional permitió al cártel reclutar a individuos que, en circunstancias normales, jamás se habrían visto envueltos en actividades delictivas.
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Los documentos judiciales indican que las víctimas eran abordadas utilizando nombres falsos como Omar o Alejandro. Se les solicitaba compartir información personal, como fotos de sus licencias de conducir, lo que otorgaba a los criminales un mayor control sobre ellas. Las amenazas de violencia también desempeñaban un papel crucial en el proceso de reclutamiento. Una vez que las personas eran reclutadas, viajaban en grupos a México, donde recogían pequeños cargamentos de drogas.
El riesgo era elevado para los mensajeros reclutados, quienes eran vigilados por miembros de la organización durante su regreso a Alaska. En el otro extremo, traficantes locales coordinaban la venta de las drogas, manteniendo comunicación con ‘El Javi’ a través de aplicaciones de mensajería encriptadas. Este sistema operativo, fundamentado en la confianza y el miedo, permitió al cártel sostener un flujo constante de drogas hacia Estados Unidos sin necesidad de que sus líderes estuvieran físicamente presentes en el país.
Desde sus inicios, ‘El Javi’ ha estado inmerso en actividades delictivas. Con antecedentes de tráfico de drogas y posesión de armas, su carrera criminal comenzó en la juventud. Tras escapar a México después de un arresto en 2014, fue finalmente capturado en Sonora en 2021 y extraditado a EE. UU. para enfrentar la justicia. Su historia destaca cómo el crimen organizado se adapta y descubre nuevas formas de operar, utilizando tanto la astucia como el miedo para alcanzar sus objetivos.