Un raspado de uñas realizado al cadáver demostró que la enfermera militar tuvo un forcejeo previo e intentó defenderse; sin embargo, se impuso la fuerza del sujeto en su contra que acabó matándola
El operativo en el que Policías de Investigación capturan al asesino de una enfermera militar es la historia que esta semana nos comparte nuestro compañero Carlos Jiménez en “Tras la pista”. Ella era Magdalena Salazar, tenía 37 años edad, y era teniente enfermera. Sin embargo, la mañana del pasado 17 de febrero fue hallada sin vida en un paraje de la delegación Milpa Alta.
Quien la había agredido, la dejó ahí a varios kilómetros de su casa en Azcapotzalco, en donde había cometido el asesinato. Pero gracias a las cámaras de la ciudad, los investigadores descubrieron que el sospechoso llevó en el asiento del copiloto el cadáver de la mujer.
Los investigadores recabaron poco a poco pistas para ubicar al responsable. Tenían testimonios que apuntaban a su antigua pareja, un exagente de la Policía Federal, y sabían que ya la había agredido en otras ocasiones después de que la mujer militar decidió terminar con la relación. Al interrogarlo sobre el paradero de la mujer, aseguró que lo ignoraba puesto que la última ocasión que la vio, tuvieron una discusión a bordo de su vehículo, bajándose con rumbo desconocido.
Policías de Investigación recabaron información sobre la ruta del auto, señalado como en el que habían viajado juntos, a través de los arcos de reconocimiento de matrículas y confirmaron que el día de los hechos había circulado por las delegaciones Xochimilco, Magdalena Contreras e Iztapalapa.
En entrevista con los agentes, el propietario del automóvil manifestó que sospechoso del feminicidio trabajaba laboraba en una plataforma de servicios de transporte particular y que durante algunos días argumentó estar fuera de la ciudad, indicando que cuando recibió de vuelta el automotor, estaba visiblemente sucio y con piezas rotas. Como parte de la investigación, un grupo de peritos analizó la unidad, hallando tierra del mismo lugar donde abandonaron el cuerpo de la militar y uno de sus cabellos, pero no sólo eso.
Un raspado de uñas realizado al cadáver demostró que la teniente en vida, tuvo un forcejeo previo e intentó defenderse; sin embargo, se impuso la fuerza del sujeto en su contra.
Con todas las pruebas recabadas, el Ministerio Público se presentó ante un Juez de Control, el cual valoró la evidencia, determinando así otorgar una orden de aprehensión en contra del imputado.
Fue entonces que trabajaron para localizarlo pues sabían que había dejado su casa, y se había escondido en la de su madre. Implementaron varias vigilancias y seguimientos en discreto, para finalmente organizar el operativo de captura del feminicida de la militar.
Reunidos cerca del domicilio donde el sospechoso fue ubicado, los agentes y el grupo táctico se organizaron para efectuar la orden de cateo que tenían. Así, mientras unos brincaron la barda, otros echaron abajo la puerta.
Así, tras la pista se logró llevar a prisión al hombre que le quitó la vida a una Teniente del Ejército Mexicano.
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