Alrededor de las 2:45 de la mañana del pasado 17 de julio, Aner Manuel, que estaba de visita en Chicago, Estados Unidos, decidió pedir el servicio de un Uber para que lo recogiera en el barrio de Wrigleyville.
Manuel señaló que desde que el auto llegó, la situación le pareció rara, ya que una mujer estaba sentada en el asiento delantero a pesar de que no hubiera contratado la opción de compartir vehículo, sin embargo, aceptó subirse.
La acompañante, al parecer bajo la influencia de las drogas, comenzó a besar y acariciar al chofer para después agacharse sobre las piernas del hombre, mientras Manuel grababa la escena con su celular.
La situación era tan incómoda y peligrosa que, a pesar de no tener ni idea de dónde estaba, Manuel decidió pedirle al conductor que parase el vehículo para que pudiera bajar. Su viaje acabó a las 2:51, 8 minutos y 3,2 km después de haber comenzado.
El cliente puso la queja formal ante la compañía, que se tomó su tiempo para ver el video e investigar, y luego decidió separar de su cargo al conductor.
El usuario ofendido se quejó en su momento de que la empresa de transporte siguiera investigando (ya habían pasado varios días) pese a una prueba tan contundente como el video.