La falta de sueño es un mal hábito que puede afectar de modo de negativo a la vida de la persona que lo sufre, provocando deterioro social y ocupacional entre otras áreas importantes de la vida
El insomnio es uno de los trastornos del sueño más frecuentes en la población general y los malos hábitos tanto de sueño, como alimenticios, el consumo de alcohol o drogas, el estrés o la ansiedad son algunas de las posibles causas de este trastorno que, de hacerse crónico, puede derivar en problemas de salud más graves como la diabetes, enfermedades cardíacas, y accidentes cerebrovasculares.
La falta de sueño puede afectar de modo de negativo a la vida de la persona que lo sufre, provocando deterioro social y ocupacional entre otras áreas importantes de la vida. En el día a día esto se traduce en la toma de malas decisiones, tendencia al pesimismo, tendencia a mal alimentarse, dificultad para prestar atención, para el aprendizaje y para recuperar la memoria.
Los efectos de la falta de sueño fueron estudiados con mucho interés en un periodo de la historia en que el mundo libraba la llamada Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial.
A diferencia de otras guerras, en la Primera Guerra Mundial, también conocida como ‘La Guerra de Trincheras’, los soldados permanecían como conejillos en una madriguera esperando a la orden de salir a batallar en terreno desconocido mientras el enemigo lanzaba sus proyectiles contra todo lo que se movía. Una auténtica invitación al suicidio.
Mientras, los que se quedaban, escuchaban los proyectiles acercarse a la zona de trincheras y veían cómo algunos daban alcance y destrozaban todo lo que estaban defendiendo. Muchos soldados se quedaban en shock, no podían dormir y tenían pesadillas.
Pronto comenzó a hablarse de la demencia del soldado, considerada uno de los problemas más graves del ejército. Tantas jornadas resistiendo estas condiciones de estrés y miedo llevó a los combatientes a perder la razón. La falta de sueño y las pesadillas, a menudo confundidas con la realidad, hacían casi imposible mantenerse cuerdo y operativo.
En la Segunda Guerra Mundial sucedió algo parecido con los pilotos de combate estadounidenses. El ejército se dio cuenta de que muchos de sus pilotos estaban tomando terribles -y evitables- decisiones debido al estrés y al insomnio resultante de la guerra.
Para dar solución a este problema, la Escuela de Pre-Vuelo de la Marina de los Estados Unidos desarrolló un método científico para dormirse de día o de noche, en cualquier condición, en menos de dos minutos. Este método asegura una tasa de éxito de 96%, tras haber practicado durante 6 semanas. Después de este tiempo, los pilotos podían quedarse dormidos en dos minutos o menos sin importar el ruido de ametralladoras de fondo.
Este método militar está recogido en un libro llamado ‘Relax and Win: Championship Performance In Whatever You Do’, de Lloyd Bud Winter. El título fue publicado originalmente en el año 1981, pero ha resurgido recientemente captando el interés de muchos internautas.
En primer lugar, la persona debe comenzar a relajar los músculos de la cara uno a uno, incluyendo lengua, pómulos, frente, mandíbula y los seis músculos que rodean las cuencas oculares. A menudo nos acostamos con el ceño fruncido y los ojos apretados. Si tratamos de relajarlos, poco a poco notaremos una sensación de alivio sin estrés que incomode.
En segundo lugar, debemos centrarnos en la tensión de nuestros hombros, tratando de relajarlos y dejarlos caer tan abajo como se pueda. Después hacer lo mismo con cada brazo. Primero uno, luego el otro.
El tercer paso tiene que ver con controlar la respiración: Inhalar y exhalar relajando el pecho. Mientras, trataremos relajar las piernas igual que hicimos con los brazos, una por una. Después de completar estos pasos, es momento de dedicar diez segundos de nuestro tiempo a despejar el desorden de nuestra mente. Bud Winter sugiere en su libro imaginar una de las siguientes tres imágenes mentales:
La primera de ellas consiste en imaginarse yaciendo en una canoa en mitad de un lago sereno, con un cielo azul sobre nuestras cabezas. La segunda de ellas, que nos imaginemos acurrucados en una hamaca de terciopelo negro dentro de una habitación completamente oscura. La tercera imagen consiste en repetirse “no pienses, no pienses, no pienses” una y otra vez durante diez segundos.
La teoría dice que con la práctica poco a poco se van perfeccionando los pasos y la persona va adoptando una rutina de relajación que a largo plazo inducirá a un placentero sueño.
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