Por muchos años Michael Jordan ha sido considerado un mago, un súper-humano que con sus grandiosas jugadas garantizaba excelencia y espectáculo
Michael Jordan, es reconocido por casi todos como uno de los mejores jugadores de baloncesto, y aunque hay detractores que señalan que está a la par de Howard, Wade, Kobe y de Lebron, lo cierto es que “su majestad” se volvió un ícono en el deporte.
De la década de los 80 a inicio de los 2000, todo el mundo conocía la historia del número 23 de los Bulls de Chicago. Con sus compañeros Scottie Pippen y Dennis Rodman, el equipo hizo historia durante la temporada 1995/96.
En aquel año los Red Bulls fueron capaces de ganar 72 partidos en temporada regular (récord que sólo superaron los Warriors de 2016) y luego avanzar en los playoffs hasta conseguir el campeonato.
Si hablamos de cifras, este hombre con su 1.98 metros de altura ha sido el único jugador de la historia capaz de ganar el premio al Novato del Año (1984–85), Defensor del año (1987–88), MVP NBA (1987–88, 1990–91, 1991–92, 1995–96, 1997–98), MVP All-Star (1988, 1996, 1998) y MVP de las Finales (1991, 1992, 1993, 1996, 1997, 1998).
También ha ganado dos medallas de oro olímpicas (1984, 1992) y seis títulos NBA (1991, 1992, 1993, 1996, 1997, 1998).
En el año 2009 ingresó en el Salón de la Fama del Baloncesto (Naismith Memorial Hall of Fame), y el número 23 con el que jugó por más de 10 años fue retirado de los Bulls de Chicago.
Jordan era un mago, y a pesar de que muchos que lo han seguido han subido el nivel del basquet ninguno le llega a la altura al que demostrara, desde sus años del colegio, ser un Súper-humano.
Contenido relacionado
Rápidos y certeros, así fueron estos 10 knockouts en peleas de la UFC
NCV