Tras cuatro meses de investigación se resolvió el asesinato de Graciela Cifuentes y su hija, por lo que el feminicida se encuentra preso en un penal capitalino en espera de una sentencia de hasta 120 años de cárcel
El caso del macabro asesinato de Graciela Cifuentes, académica de la UNAM, y su hija Sol, una joven estudiante de Arquitectura, es la historia que esta semana nos comparte nuestro compañero Carlos Jiménez en “Tras la pista”.
Madre e hija a quienes les gustaba la fotografía y rescatar perros de la calle. Sin embargo, una noche de en marzo las dos fueron halladas sin vida dentro de su casa calcinada en la alcaldía Álvaro Obregón.
En principio se supuso que se trató de un accidente, pero su muerte comenzó a ser investigada por especialistas de la Fiscalía de Homicidios de la Ciudad de México cuando la evidencia arrojó que en realidad se trataba de un crimen.
“Se estableció de forma inmediata el protocolo de feminicidio en virtud de que habían privado de la vida a dos mujeres; se encontraron restos del tejido de organismo de personas como consecuencia ya teníamos un indicio de quien probablemente había cometido este delito”, indica Roberto Aguas Becerra, fiscal de Homicidios de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México.
“Demasiado violento para ambas personas, es difícil establecer esto, pero primero las matan y después intentan quemarlas”, señala Alejandro Valencia, director de Servicios Periciales.
Así, los investigadores fueron tras su primera pista. Descubrieron que el auto de las víctimas no estaba, buscándolo durante dos semanas hasta que lo localizaron abandonado a tan solo unos kilómetros de la casa incendiada.
Durante días, el equipo de servicios periciales analizó muestras de ADN y demás indicios hallados en la escena del crimen, buscando cualquier pista para dar con el responsable. Y en una de las víctimas hallaron la principal.
“Lo que se llama raspado de uñas donde una de las víctimas encontramos indicios. Tenía huellas de lucha de defensa, forcejeo en su economía trataron de defenderse”, explica Alejandro Valencia.
Los investigadores tenían ya el perfil de ADN del criminal, con lo que ya podían buscar a un sospechoso.
Era el novio de Sol, quien sólo unos días después del crimen publicó una foto en su perfil de Facebook, donde mostraba las huellas de rasguños, argumentando que lo habían arañado unos gatos. No obstante, robar el teléfono de la joven fue la clave que permitió a los investigadores saber que era él.
“Con el análisis que se hace de la telefonía pudimos ubicar que efectivamente el teléfono de la víctima había estado en el lugar del domicilio de esta persona, había estado dentro de los trabajos de gimnasio de donde había laborado”, puntualiza Aguas Becerra.
Con todo esto, solo faltaba que los investigadores confirmaran mediante pruebas de ADN si su sospechoso era a quien en realidad buscaban.
Por lo que acudieron ante un juez de control para que este obligara al imputado a someterse a una toma de muestra, dado que ya se había negado a proporcionarla voluntariamente.
Esa toma de saliva fue la prueba final, ya que el comparativo con la piel que tenía en las uñas Graciela, no dejó lugar a dudas de que él era el responsable.
De esta forma, luego de cuatro meses de investigación, el caso finalmente fue resuelto y actualmente el feminicida se encuentra preso en un penal capitalino en espera de una sentencia de hasta 120 años de cárcel por el asesinato de Graciela Cifuentes y su hija.
Graciela Cifuentes, académica de la UNAM y su hija Sol, fueron halladas sin vida dentro de su casa calcinada una noche de marzo. Luego de las investigaciones se logró resolver este espantoso homicidio doble. #TrasLaPista pic.twitter.com/jZZU1XoTOu
— imagenzea (@imagenZea) 26 de octubre de 2018
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