Justin Welby presentó su renuncia tras publicarse un informe que cuestiona su gestión ante los presuntos abusos de John Smyth, un influyente abogado británico
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, guía espiritual de más de 85 millones de anglicanos en todo el mundo, informó de su dimisión tras la publicación de un informe que cuestiona su gestión acerca de los abusos cometidos por John Smyth, un influyente abogado británico, contra jóvenes en campamentos de verano cristianos hace varias décadas. El informe ha provocado un escándalo dentro de la Iglesia de Inglaterra y ha puesto bajo la lupa a las principales figuras eclesiásticas por su falta de acción ante las denuncias.
Welby explicó su decisión de dimitir en un comunicado, en el que asumió “responsabilidad personal e institucional” por el prolongado tiempo que ha tomado abordar estas denuncias. Además, mencionó que ya había solicitado al rey Carlos III el permiso para renunciar a su cargo.
“Está muy claro que debo asumir la responsabilidad personal e institucional por el largo y retraumatizante período entre 2013 y 2024”, indicó.
La presión sobre Welby y la respuesta de la Iglesia anglicana
El informe, elaborado por Keith Makin, un exdirector de servicios sociales, subraya que la Iglesia fue consciente de los abusos cometidos por Smyth desde la década de 1980, y afirma que sus líderes, incluido Welby, minimizaron las denuncias y no tomaron medidas para proteger a las víctimas. Helen-Ann Hartley, obispa de Newcastle, había instado públicamente a Welby a dejar su cargo, afirmando que su dimisión era necesaria para restaurar la confianza en la Iglesia.
La revisión independiente describe a Smyth como “posiblemente el abusador en serie más prolífico asociado con la Iglesia de Inglaterra”, quien agredió a al menos 130 personas en tres países. Smyth utilizó su posición para manipular y abusar de niños y adolescentes bajo el pretexto de “llevarlos al camino de Cristo mediante el sufrimiento”. El informe revela que Smyth sometía a sus víctimas a “palizas salvajes” y abusos psicológicos en campamentos de verano, universidades y el exclusivo colegio Winchester.
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Welby, de 68 años, asumió el cargo en 2013 con la promesa de fortalecer la seguridad en la Iglesia, pero ahora admite que “no logró” garantizar una investigación adecuada de las acusaciones. Tras conocerse el contenido del informe, Welby reiteró su disculpa a las víctimas, y expresó su dolor por el sufrimiento que no se abordó de manera oportuna. “Prometí ver a las víctimas y no logré hacerlo hasta 2020. Esto estuvo mal”, lamentó el arzobispo.
En respuesta al informe, la Iglesia de Inglaterra reafirmó su compromiso de mejorar sus protocolos de seguridad y garantizar que situaciones como esta no vuelvan a ocurrir. La elección del sucesor de Welby recaerá en la Comisión de Nominaciones de la Corona, que deberá presentar una terna de candidatos al primer ministro británico, Keir Starmer, para que sea ratificada por el monarca.
Por su parte, la directora de salvaguarda de la Iglesia de Inglaterra manifestó que se tomarán medidas para evaluar el rol de los líderes en estos eventos y así evitar futuros encubrimientos. No obstante, la Iglesia no ha especificado la fecha exacta de la salida de Welby, quien estaba previsto que se retirara en 2026.
¿Cuál es el resumen del informe?
El informe Makin es particularmente crítico con la respuesta de altos cargos de la Iglesia, quienes, según el documento, mostraron una “falta de curiosidad” y “tendencia a minimizar” el caso. A pesar de que algunos miembros de la comunidad intentaron alertar a las autoridades, la respuesta institucional fue, en palabras del informe, “totalmente ineficaz y equivalente a un encubrimiento”.
En 2017, el canal de televisión británico Channel 4 reveló los abusos de Smyth, lo que impulsó a la Iglesia a abrir una investigación interna. Según el informe, Smyth podría haber sido denunciado en 2013, lo que probablemente habría desencadenado una investigación policial completa y evitado nuevos abusos.
Para muchos, el caso simboliza las fallas estructurales en las instituciones religiosas para enfrentar situaciones de abuso, especialmente cuando involucran a figuras influyentes. La falta de acción adecuada de la Iglesia durante décadas no solo permitió que Smyth continuara con su conducta, sino que también contribuyó al sufrimiento prolongado de las víctimas, quienes cargan con las secuelas de estos abusos.
En su declaración final, Welby expresó su esperanza de que su dimisión envíe un mensaje contundente: “Espero que esta decisión deje claro cuán seriamente la Iglesia de Inglaterra entiende la necesidad de cambio y nuestro profundo compromiso de crear una iglesia más segura. Al dimitir, lo hago con tristeza por todas las víctimas y supervivientes de abusos”.