La Fuerza Antisecuestro de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX) fue tras la pista de una banda de secuestradores que habían plagiado con extrema violencia a su víctima.
Atemorizando a su esposa con amenazadoras llamadas telefónicas donde exigían el rescate, pero no contaban con que dicha comunicación había sido interceptada por los investigadores de la procuraduría encargados de investigar y resolver los secuestros, dándose cuenta que era la misma voz de una negociación previa que habían hecho en el plagio de unas jóvenes que fueron asesinadas.
Nuestro compañero Carlos Jiménez nos cuenta que el agente antisecuestros Edgar Luja tenía “la premura del antecedente de que esa organización delictiva privaba de la vida a sus víctimas”.
Por eso los investigadores se apresuraron a analizar llamadas telefónicas, hacer redes de vínculos y buscar pistas de los plagiarios.
Así, gracias a las cámaras de seguridad de un banco, descubrieron a quien estaba haciendo uso de las tarjetas de crédito de las víctimas cuando se disponía a sacar dinero de un cajero automático.
Al respecto, el Ministerio Público Roberto Carlos Garduño señala que “a través de labores de investigación, de análisis de cámaras, tanto de las instituciones bancarias, como de las cámaras de la Ciudad de México” pudieron identificar al líder de la organización.
Una grabación del momento en el que acudían a dejar una prueba de vida y la geolocalización de un celular, permitió dar con la pista esencial para resolver el caso, el automóvil de los secuestradores y sus trayectos.
Una vez detenidos, los delincuentes dieron la dirección de la casa de seguridad. Implementando un operativo de rescate de una víctima.
Ahora los integrantes están presos y enfrentan una condena de 70 años, que han querido apelar, sin mucho éxito porque cada prueba en su contra los mantiene encerrados.
Tras la pista, se logró desintegrar a esta peligrosa banda de secuestradores.