
No cualquiera nace con esa condición.
Almas Solidarias. Para ser un humano solidario se requiere haber llegado a este mundo con sentimientos pulcros, sanos, afinados con la vida, no importando condición económica, credo, religión o posición política alguna.
Los horrendos y devastadores incendios que golpearon a la Ciudad de Los Ángeles y en menor grado al Condado de San Diego, más otros más pequeños, pero que afectaron a negocios y familias tijuanenses, dejándolos sin viviendas y haciéndolos vivir un verdadero vía crucis, hasta que la bendita, pero escasa lluvia se hizo presente. Estos acontecimientos otra vez nos dejaron lecciones a imitar en situaciones que ojalá no vuelvan a repetirse con la regularidad, intensidad y magnitud de las que se sufrieron. Todavía no me explico por qué con tantos adelantos tecnológicos, robótica de avanzada e inventivas originales, resulta difícil anticipar estos embates de la naturaleza ¿o será que ésta es tan poderosa que nadie puede detener la fuerza o su carácter original conferido por Dios?
Observamos a miles de gentes comprometidas con las causas que aquejan y dañan a otros semejantes, damnificados por este hecho de carácter natural, mezcla de acontecimientos de origen climático adverso, sobre todo cuando aparecen los temibles y reiterados vientos de Santa Ana, en verano o invierno -provenientes de la Gran Cuenca y el desierto de Mojave-, estos brutales golpes ventosos, que no tienen nada de santos, porque atacan impíamente a miles de hogares, agregando a esta desgracia pérdidas humanas, cierto descuido de la autoridades, empresas de energía que no controlan bien sus espacios distribuidores, la irresponsabilidad suicida y el agregado homicida de individuos ociosos y sin escrúpulos, que causaron parte de este desastre con tintes apocalípticos.
Es en estos casos puntuales, cuando la solidaridad se hace patente con muestras de apoyo incondicional, es decir, sin esperar nada a cambio, en ese momento donde nos damos cuenta y cobra más valor aquello que nos dice ‘no estamos solos’, entonces es cuando la vida enciende luces de esperanza y nos demuestra que, a pesar de los malos hábitos -algunos muy dañinos-, de ciertas personas, siempre se hace presente la mayoría, gente buena en la que hay que creer, la que hace que este tránsito por la vida sea mejor, dispuesta a ceder su tiempo, esfuerzo y dinero para aliviar a sus semejantes.
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Hablar de apoyos incondicionales en esta época de cierta indiferencia humana por acontecimientos que no les toca de cerca, o por estar distraídos con alguna pantalla personal táctil que siempre lo aleja de la realidad palpable, establece una especie de milagro que nos devuelve la confianza, ante los actos fallidos que observamos a diario.
La solidaridad es tan importante en momentos complicados como el aire que respiramos, en estos días, vemos como miles de personas -la mayoría inocentes impulsadas a salir de su país por gobiernos nefastos-, son expulsados de Estados Unidos hacia el Sur del continente, por un mal manejo de oportunistas que se aprovecharon de la desesperación de esta gente, totalmente abandonada a su suerte y tratando de regresar a su país de origen sin la menor posibilidad de una vuelta o intento de ingreso al vecino gigante del norte, que dicho sea de paso, tampoco es totalmente culpable o responsable de este éxodo tan indignante como inhumano. Las causas exigen un debate más profundo, ahora lo que se deben atender con celeridad son las consecuencias, esta emergencia no puede esperar y hay que echarles una mano a estos compatriotas y a los que no lo son, al fin de cuenta, son un contingente humano en desgracia, cargando familias y mochilas, donde seguramente no cupieron las cosas más queridas por ellos de sus lugares de origen. Comunidad toda y gobiernos en turno tendremos que responder a esta necesidad.
Hay que empezar a platicar sobre la obligación moral que tenemos los que estamos bien para aquellos que la vida los golpeó, debemos aprender a mirar estas injusticias desde el prisma de la buena voluntad, sin dejar de olvidarnos de la condena hacia malos gobiernos o funcionarios, del país que sea, que sólo ven para su beneficio, usando a las personas cuando les conviene, a la hora donde el voto importa mucho cuantitativamente, para después desechar a quien hizo posible que lograran sus triunfos -la mayoría de ellos pírricos- y luego echarlos al olvido, para desprenderse rápidamente de la misma gente que los ayudó, historia igual de repetida por años, que de condenable y obscena.
José Alfredo Ciccone