El telegrafista ha sido el intermediario en las historias más importantes del país, así como las más tristes o alegres en la vida de los mexicanos
Sin duda el 14 de febrero es un día histórico para México, pues se celebra el trabajo y reconocimiento a la actividad desempeñada desde hace más de un siglo: el telégrafo.
Honrar esta tarea es muy importante ya que este gremio ha luchado a lo largo de la historia para que los mensajes más importantes, de amor, con buenas o malas noticias lleguen a los rincones más apartados del país.
Esta historia comienza en México en 1850, cuando Juan de la Garza realizó la primera demostración del Telégrafo entre Palacio Nacional y el Colegio de Minería. Al año siguiente se inauguró la primera línea telegráfica entre la Ciudad de México y el pueblo de Nopalucan, Puebla.
La palabra telégrafo viene del griego “tele” que significa lejos y “graphos” que quiere decir escribir, y fue una de las hazañas más grandes en la historia que logró contactar a familias, amigos y negocios a miles de kilómetros de distancia.
El telegrafista ha sido el intermediario de las historias más importantes del país, así como las más tristes o alegres en la vida de los mexicanos por décadas. Sin duda es una fecha digna de recordar porque ha marcado un antes y un después en la tecnología y comunicaciones de México.
El telégrafo al paso de los años
El telégrafo fue el maestro de todo lo que conocemos hoy en día y lo que en aquel momento marcaba la inmediatez. El año de 1878 se consideró como la “época dorada” y la red telegráfica se incrementó a más de 40 mil kilómetros de longitud.
En los años 20, causó revuelo entre la población que ahora podía comunicarse a través de líneas telegráficas. Sin embargo, en 1933, en punto de las 14:00 horas de un 14 de febrero fueron suspendidos todos los servicios, tanto nacionales como internacionales, debido a que el personal entró en huelga en la Central Telegráfica, ubicada por aquél entonces en Tacuba número 8.
Las banderas rojinegras fueron colocadas por los telegrafistas como una oposición, resistencia y rechazo a la fusión de los servicios de Correos y Telégrafos ordenada por el entonces Presidente de la República, el General Abelardo L. Rodríguez, el 2 de febrero de ese mismo año.
Los telegrafistas se sintieron desfavorecidos porque se les colocó bajo las órdenes de los titulares de Correos, y consideraban que la sangre derramada por telegrafistas durante la Revolución les daba el derecho de solicitar un trato justo.
El 13 de febrero, la naciente Dirección General de Correos toma las oficinas telegráficas multipersonales, subalternando a los mismos jefes telegráficos, con una disminución de salario.
Al día siguiente desde la oficina telegráfica de San Lázaro se informó:
“A toda la red que desde ese instante siendo las 14 horas del 14 de febrero de 1933, las comunicaciones telegráficas deben ser suspendidas en los servicios interior e internacional, y el personal entrar en estado de huelga”.
Para pesar de los trabajadores la huelga fue declarada ilegal ya que los empleados gubernamentales carecían de amparo legal, por lo que se reanudaron labores el 18 de febrero de ese año. La acción dio como resultado el cese de 500 trabajadores de Telégrafos.
La fusión de Correos y Telégrafos repercutió en la comunicación e imperó el caos en las oficinas telegráficas. Poco después se reconoció el fracaso y se determinó volver a separar las dos instituciones por lo cual se originó el Departamento de Telecomunicaciones el 13 de febrero de 1941.
Meses más tarde, el 7 de mayo de 1942 se estableció que:
“Se deroga el derecho que establece la fusión de los servicios de Correos y Telégrafos (…) Se segrega de la Dirección General de Correos y Telégrafos, la Subdirección de Telégrafos con todas las dependencias que le están adscritas. Se autoriza al C. Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas para incorporar la Subdirección de Telégrafos al Departamento de Telecomunicaciones”
Esta separación fue motivo de celebración entre los trabajadores al representar una lucha ganada, y le dio origen a la conmemoración de su día cada 14 de febrero.
El 22 diciembre de 1992, después prestar por décadas servicio a todo México, se da fin a la etapa del Telégrafo Morse. Se realizó una ceremonia en la Central Telegráfica (hoy Museo del Telégrafo) donde se llevó a cabo la última transmisión en Morse de la Ciudad de México a Nopalucan de la Granja en Puebla.
El telegrafista Romeo Jiménez Gómez al término de la transmisión incluyó la frase:
“Adiós mi morse querido, adiós”
A pesar del paso de los años la actividad se niega a desaparecer, aún hay cientos de sucursales de Telecomm que siguen trabajando en el envío de mensajes a toda la República Mexicana, es cierto que la demanda con el paso del tiempo ha disminuido, pero Telégrafos se mantiene vigente, actualizándose y recibiendo los nuevos cambios. Es una de las dependencias más antiguas del país que sigue generando y prestando servicios a la sociedad.
¡Feliz día del telegrafista!
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