AI lamentó que los gobiernos y empresas “hayan hecho caso omiso” de las peticiones para que donaran vacunas a los países en desarrollo
Amnistía Internacional (AI) lamentó que los países ricos y las empresas farmacéuticas fracasaron “catastróficamente” al no garantizar un acceso equitativo a las vacunas contra el Covid-19 durante este año, al tiempo que ha afeado que han dejado “a miles de millones de personas sin medicamentos que salvan vidas”.
Pese a los reiterados llamados de organizaciones como AI o la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que se garantice que, como mínimo, el 40 por ciento de la población de los países de ingresos bajos y medianos bajos estuviera vacunada antes de que finalizara 2021, los países ricos y las empresas farmacéuticas han hecho “caso omiso” de estos ruegos, afirmó AI.
La secretaria general de la ONG, Agnès Callamard, señaló que “a pesar de que el mundo ha producido alrededor de 11 mil millones de dosis, únicamente el 7% de la población de los países de ingresos bajos ha recibido una sola dosis”.
Callamard indicó que, mientras muchas personas de los países más ricos han recibido hasta tres dosis, muchas más en los países más pobres no han recibido ninguna, lo que revela una “sombría realidad”. “Algunas vidas se consideran más merecedoras de ser salvadas que otras”, ha agregado.
“¿Por qué se está negando a los países más pobres el acceso a medicamentos que salvan vidas mientras los países ricos guardan montones de vacunas sin usar?”, cuestionó.
Además, puso el foco en que la aparición de la variante ómicron del SARS-CoV-2 “debería servir de aviso” a los países ricos y a las empresas farmacéuticas, “que no han abordado la pandemia en el ámbito global”.
“No vacunar a todas las personas, con independencia del lugar donde vivan, hace que toda la población mundial sea vulnerable a nuevas variantes“, recordó, antes de incidir en que “la única forma de romper este círculo vicioso es garantizando que todas las personas tienen acceso a las vacunas”.
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Asimismo, la secretaria general de AI expresó que la organización confiaba en que la presión internacional ayudaría a los países ricos y grandes farmacéuticas “a entrar en razón, dejarían de acaparar vacunas y compartirían los derechos de propiedad intelectual”. “Pero les ha podido la codicia”, lamentó. “Esperemos que entre sus propósitos de año nuevo figure cumplir sus promesas y garantizar que todas las personas tienen la oportunidad de vacunarse”.
“A menos que se tomen medidas drásticas ya, la Covid-19 seguirá causando estragos durante los próximos años y la pregunta clave ahora es qué va a ocurrir si grandes partes del mundo siguen sin estar vacunadas”, aseveró. “Nunca ha estado más claro que nadie está a salvo hasta que esté a salvo todo el mundo”.
AI critica que los países ricos han incumplido sistemáticamente sus promesas de donar vacunas, y recuerda que el pasado junio el G7 se comprometió a enviar mil millones de dosis en 2021, lo que no ha ocurrido.
Las empresas farmacéuticas “tampoco han estado a la altura de las circunstancias“, reprocha AI.
Así, denuncia que la estadounidense Pfizer “ha afirmado de forma engañosa que su vacuna estaría ‘disponible para cualquier paciente, país y comunidad que busque acceder a ella’, cuando, en realidad, ha entregado la gran mayoría de sus vacunas a países de ingresos altos y medios-altos”.
Su rival, Moderna, también ha dado prioridad a las ventas a países ricos, pese a recibir ayudas públicas.
Amnistía también considera “grave” que fabricantes como Moderna, Pfizer, AstraZeneca y Johnson & Johnson “se hayan negado a apoyar medidas que levantarían temporalmente la protección de la propiedad intelectual y a compartir tecnología vacunal” con otras firmas, a fin de posibilitar “un aumento de la producción global”.
Mediante sus acciones y omisiones, “los fabricantes han terminado por perjudicar los derechos humanos de los miles de millones de personas que carecen de acceso a la vacuna contra el COVID-19, o han contribuido a ese daño”, lo que contraviene sus obligaciones, mantiene la organización con sede en Londres.
Callarmard constata que muchos países pobres donde la mayoría de la población no ha sido aún vacunada “tienen dificultades” para combatir la ómicron.
“A menos que se tomen medidas drásticas ya, el COVID-19 seguirá causando estragos durante los próximos años. La pregunta clave es qué ocurrirá si grandes partes del mundo siguen sin estar vacunadas”, avisó.
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CAB