Un grupo de exmonjas de Chile denunció que fueron víctimas de abusos sexuales por parte de algunos curas durante su estadía en la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano, ubicada en Molina, región de Maule, a 210 kilómetros al sur de Santiago.
Sin revelar los nombres, las mujeres denunciaron que al menos fueron tres los sacerdotes que abusaban sexualmente de las religiosas, y pudieron entregar sus testimonios a Monseñor Charles Scicluna y Monseñor Jordi Bertomeu cuando llegaron a Chile por segunda vez, enviados por el Papa Francisco para reunir información sobre casos de abusos.
“El sacerdote siempre estuvo abusando de las hermanas, sexualmente”, dijo la exreligiosa Celia Saldivia, quien no especificó el nombre del cura, según recoge un informe de la televisión nacional de Chile.
“Muchas veces vi a las hermanas desnudas en la habitación, mientras él las revisaba”, añadió Saldivia. La exmonja lo encaró en una oportunidad y le preguntó por qué hacía eso, y él le respondió: “Es que yo nunca he visto a una mujer desnuda y quiero verla. ¿Por qué? ¿Qué tiene?”.
Eliana Macías, otra de las exmonjas, confesó que fue violentada sexualmente por un sacerdote, cuyo nombre tampoco reveló. “La primera vez que me vio, en Molina (…) se me queda mirando y me dice ‘esos senos están muy abajo’ y me pescó así para arriba”, dijo. A eso añadió que el cura “entraba a las habitaciones”, y precisó: “Entonces justo llegó a mi cama y me levantó la ropa y dijo: ‘Hace mucho frío aquí’. Yo me levanté y dije: ¿quién está aquí?”.
En el reportaje también se recoge el testimonio de Yolanda Tondreaux, quien reveló que los abusos comenzaron apenas se puso los hábitos: “[Un cura] me abrazó, me acercó a su pecho, ¡a su pecho!, y después comenzó a darme besitos” que llegaron hasta los labios. Indicó que se zafó del sacerdote “porque me di cuenta, me dio asco”.
Las religiosas dicen haber denunciado los hechos a su superiora, Patricia Ibarra, pero no tuvieron la respuesta que esperaban. Tondreaux señaló que pese a lo esperado, fue tratada de “mentirosa” por parte de Ibarra, quien además le ordenó confesarse con el cura que al que había denunciado.
Consuelo Gómez, otra de las exreligiosas, dijo que Ibarra la trató “como si fuera una terrorista y me quitó todo” y luego tuvo que transformarse “en la sirvienta de ellas, por haber denunciado el abuso”.
Las denunciantes aseguraron que el entonces obispo local, Monseñor Horacio Valenzuela, estaba enterado de estos acontecimientos, pero que no hizo nada. En la actualidad esta diócesis del sur de Chile tiene como Administrador Apostólico a Monseñor Galo Fernández Villaseca, luego de que el Papa Francisco aceptara la renuncia de Valenzuela.
Después de revelarse esta serie de denuncias de abusos sexuales y violencia psicológica hacia las exmonjas, la Fiscalía de Chile evalúa citar a la madre superiora de la congregación de derecho diocesano Hermanas del Buen Samaritano, Patricia Ibarra, para recabar su testimonio como parte de las indagatorias en los casos de delitos sexuales y encubrimiento, relacionados con la Iglesia Católica.
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