Cuarenta y dos personas resultaron heridas por macacos en la ciudad de Yamaguchi, al oeste de Japón, desde principios de julio
Un miembro de la banda de monos que ha aterrorizado a los residentes de la ciudad japonesa de Yamaguchi durante las últimas semanas ha sido capturado y abatido, informaron las autoridades niponas.
La ola de ataques protagonizada por los macacos ha dejado casi unas 50 personas heridas.
Tras ser hallado en la noche del martes en los terrenos de un instituto por unos cazadores, el especímen macho recibió un tranquilizante y posteriormente fue sacrificado tras ser identificado como uno de los animales responsables de los ataques.
Las autoridades han estado cazando a los monos desde que comenzaron los ataques a adultos y niños hace unas tres semanas. La mayoría de las lesiones han sido arañazos y mordeduras leves.
“Los testigos presenciales describen monos de diferentes tamaños e incluso después de la captura hemos estado recibiendo informes de nuevos ataques”, dijo a la agencia AFP un funcionario del departamento de agricultura local, quien confirmó que la operación contra los primates sigue.
Se calcula que el animal abatido tenía cuatro años y medía alrededor de medio metro de altura.
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Los macacos japoneses son comunes en gran parte del país y aunque en su día fueron considerados una especie vulnerable, han experimentado un aumento de su población en los últimos tiempos.
No obstante, en algunas zonas de la nación asiática se les considera una plaga, ya que se comen los cultivos y a veces entran en las casas.
Los ataques de monos no son frecuentes, pero estudios científicos los achacan a los cambios de hábitos de los humanos y del entorno forestal.
Un funcionario de la ciudad dijo antes de la captura que era “raro ver tantos ataques en un corto periodo de tiempo”.
“Al principio, sólo se atacaba a los niños y a las mujeres”, dijo, y añadió: “Últimamente, los ancianos y los hombres adultos también han sido objetivo de ataques”.
Entre las víctimas figura una niña, de cuatro años, quien fue arañada por un mono que entró en el aula de un jardín de infancia.
Los esfuerzos anteriores por capturar a los animales con trampas fracasaron y las patrullas policiales establecidas a principios de julio tampoco han logrado mejores resultados.
Una investigación de la Universidad de Yamagata atribuye estos incidentes a los cambios en el comportamiento humano y las modificaciones al entorno forestal.
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CAB