El Papa Francisco leyó en latín el rito de canonización al inicio de la misa, donde nombró a los siete nueve santos “para la exaltación de la fe católica, el incremento de la vida cristiana”
El Papa Francisco elevó este domingo a los altares al asesinado Monseñor Oscar A. Romero y al Papa Pablo VI, dos íconos religiosos que impulsaron una visión progresista de la Iglesia Católica, durante una solemne ceremonia y ante más de 70,000 personas, incluyendo a más de 10,000 salvadoreños.
Además, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, celebró una misa para la canonización, también, de otros cinco beatos: los sacerdotes Francesco Spinelli y Vincenzo Romano, las religiosas Caterina Kasper y Nazaria Ignazia March Mesa, y el joven italiano Nunzio Sulprizio.
El Papa Francisco leyó en latín el rito de canonización al inicio de la misa, donde nombró a los siete nueve santos “para la exaltación de la fe católica, el incremento de la vida cristiana”.
La multitud respondió espontáneamente con ruidosos aplausos, mientras algunos se enjugaban las lágrimas al seguir el evento desde pantallas gigantes colocadas en los costados de la emblemática plaza.
La misa, televisada al mundo, tuvo una alta carga simbólica, tomando en cuenta que tanto Romero como Pablo VI fueron dos de las figuras que influyeron en la formación del Papa Francisco. Así, el Santo Padre exaltó la obra y figura de Romero y su opción por los pobres, y aludió a la labor del Papa Pablo VI por “cruzar fronteras” en nombre de su misión evangelizadora.
Se calcula que alrededor de 13,000 peregrinos salvadoreños participaron en la ceremonia de canonización, la mayoría de ellos provenientes de Estados Unidos, o de otros países que han acogido a la diáspora salvadoreña, y el resto de El Salvador.
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