Recientes documentos desclasificados de la CIA podrían revelar que aquella noche pudo estar movida por el juego de poder de la sucesión presidencial
Durante 50 años, la fecha 2 de octubre ha sido un recordatorio para la sociedad mexicana de las condenables acciones emprendidas por el Estado en contra de un sector que, desde siempre, ha representado dinamicidad, cambio y transformación de ideales generacionales: los estudiantes.
La tragedia ocurrida en contra de los jóvenes que se concentraban en la Plaza de las Tres Culturas, en lo que se preveía sería un mítin pacífico, terminó por convertirse en un pesado lastre histórico de genocidio cuya responsabilidad caería sobre el Estado mexicano, el Ejército y los personajes que ocupaban cargos de autoridad en la época.
No obstante, recientes documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) del gobierno de Estados Unidos, podrían cambiar la versión social que se tiene de estos hechos.
De acuerdo con una investigación realizada por B Analytics, sustentada en las principales obras que tienen que ver con la narrativa editorial del 68, aquella noche trágica pudo estar movida por el juego de poder de la sucesión presidencial.
Según los textos de aquella época existían cuatro personajes que sonaban fuertemente para continuar el legado partidista en la silla presidencial: el secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez; el secretario de Hacienda y Crédito Público, Antonio Ortiz Mena; el jefe de la Secretaría de la Presidencia, Emilio Martínez Manatou; y el jefe de departamento del Distrito Federal, el general Alfonso Corona del Rosal.
Si bien a través de la lógica partidista, Echeverría Álvarez sonaba como el favorito natural, el general Corona del Rosal había sido mencionado como un posible y fuerte sucesor de Díaz Ordaz, lo que lo convertiría en el primer presidente militar en la historia moderna de nuestro país.
Luis González de Alba señala en su libro “Los días y los años”, que en el juego de poder “nadie desea ‘públicamente’ llegar a la Presidencia, lo que hace que la competencia sea sorda y desleal”, permitiendo la comisión de cualquier traición a los demás contendientes.
Esta visión parece coincidir con los documentos revelados por la CIA que señalan que Díaz Ordaz consideraba a Corona del Rosal por encima de Luis Echeverría, por lo que se buscó fraguar una estrategia para “quemarlo” y evitar que ascendiera a través de la desacreditación del Ejército.
Esta nueva información, apoyada por los videos de la época, revelan que las fuerzas militares pudieron haber sido víctimas de una trampa gestada por uno de los más fuertes aspirantes a la Presidencia.
Según consta en el archivo, por orden del secretario de la Defensa Nacional, General Marcelino García Barragán, los militares que acudieron a la Plaza de las Tres Culturas para resguardar a los participantes del mitin estudiantil debían emplear la prudencia y “no hacer fuego hasta tener cinco muertos”, refiriéndose a la caída de al menos esta cifra de soldados.
En el documento, emitido el 2 de octubre a las tres de la tarde desde el Campo Militar número 1, y con remitente a personas del Tercer Batallón de Fusileros y Paracaidistas, se establece que la misión de aquella movilización castrense era la de desalojar a los estudiantes empleando la prudencia, sin hacer fuego, llevando las armas desabastecidas, no para fuego, y buscando cuidar la integridad de las personas de la plaza.
Asimismo, las imágenes revelan que luego de que cayeran las bengalas a la plaza, la gente comienza a correr de frente al Templo de Santiago y al edificio de Relaciones Exteriores, lo que revela que los tiros provenían de ahí.
La reacción principal de los soldados fue pedir ayuda para auxiliar a los asistentes que huían en diferentes direcciones, inclusive se puede apreciar que muchos de ellos protegen a los civiles y sacan de la zona a algunas familias.
Posteriormente, los militares se colocan pecho tierra para repeler la agresión, apuntando sus armas hacia el edificio de Relaciones Exteriores confirmando que los perpetradores disparaban desde ese punto.
De acuerdo con los testimoniales de esa noche, fue desde el helicóptero del Ejército mexicano que se habían lanzado las luces de bengala señalando el inicio del ataque; no obstante, las imágenes muestran que éstas salieron desde un departamento ubicado en la plaza.
Además, la investigación realizada por B Analytics revela que, con base en los audios de las históricas grabaciones y los testimonios de las personas que presenciaron los hechos, las armas con las que fueron atacados los jóvenes eran armas automáticas, presumiblemente ametralladoras; mientras que los miembros del Ejército mexicano portaban ese día rifles de repetición.
Los documentos señalan que los elementos militares esa noche estaban armados con un fusil de cerrojo 1954, con funcionamiento de repetición y una cadencia de tiro a tiro.
Estos datos indicarían que el 2 de octubre fue una trampa al Ejército mexicano primeramente para tumbar la posible candidatura de Corona del Rosal, y en segunda instancia para que nunca más un militar pudiera aspirar a la Presidencia de la República.
La narrativa editorial de la época apunta a un mismo perpetrador de este violento plan: Luis Echeverría Álvarez, ya que de acuerdo con los escritores que han investigado esta versión, las personas encargadas de realizar los disparos en contra de los estudiantes lo hicieron desde unos supuestos departamentos que pertenecían a familiares del entonces secretario de Gobernación.
Con información de B Analytics
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