El 26 de Diciembre de 1991, se reconocía formalmente la extinción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)
El derrumbe de la URSS, tras la renuncia de Mijail Gorbachov, puso fin a la experiencia histórica del comunismo, como un proyecto alternativo al capitalismo liberal.
Gorbachov había intentado reformar el régimen desde 1985, poniendo en marcha unos cambios políticos que chocaron contra la vieja guardia.
Las resistencias de la línea dura del partido estallaron en agosto de 1991, cuando un grupo de golpistas intentó derrocar a Gorbachov y tomar el poder para “evitar la descomposición del país”.
Dirigido por miembros marxistas extremistas del gobierno, el golpe intentaba invertir las reformas de Gorbachov y reafirmar el control central del gobierno sobre las repúblicas.
Su realización en la Rusia soviética significó la construcción de un poderoso Estado multinacional férreamente cohesionado que, lejos de las utopías socialistas, terminó edificando un régimen de características totalitarias, represivas e imperiales.
Las razones de la caída de la URSS fueron múltiples.
Para algunos pesó más la debilidad interna y la esclerosis del sistema comunista; para otros, resultó definitoria la ofensiva de Estados Unidos en la última etapa de la Guerra Fría.
Fueron también decisivos otros factores emergentes, como la expansión del capitalismo a escala global y el resurgimiento de los nacionalismos que habían sido congelados o reprimidos tras las guerras mundiales.
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