
El fallecimiento del Papa Francisco no solo ha marcado un momento histórico dentro del ámbito religioso, también ha tenido consecuencias en el mundo del entretenimiento
Uno de los ejemplos más evidentes de este impacto es el sorpresivo resurgimiento en la popularidad de Cónclave, una cinta que aborda los complejos rituales y tensiones detrás de la elección de un nuevo líder de la Iglesia Católica.
La película, dirigida por Edward Berger y protagonizada por los reconocidos actores Ralph Fiennes y Stanley Tucci, experimentó un aumento exponencial en su audiencia a través de plataformas de streaming como Prime Video. De acuerdo con cifras del sitio especializado Luminate, encargado de monitorear el comportamiento del consumo digital, el filme registró un alza del 283% en minutos reproducidos entre el domingo 20 y el lunes 21 de abril. El día anterior a la muerte del pontífice, la película acumulaba cerca de 1.8 millones de minutos vistos; sin embargo, tan solo 24 horas después, esta cifra se elevó a 6.9 millones de minutos.
El interés por Cónclave se potenció no solo por el contexto de la muerte del Papa, sino también por su sólida reputación en festivales y galas recientes, donde fue objeto de atención crítica durante la pasada temporada de premios. Incluso en eventos como los Premios SAG, figuras del cine internacional se pronunciaron sobre el estado de salud del pontífice. Isabella Rossellini, por ejemplo, expresó públicamente su preocupación y buenos deseos hacia el entonces aún convaleciente Francisco.
Tras confirmarse el fallecimiento del Papa, personalidades del cine, como el director Martin Scorsese, compartieron mensajes de condolencia, subrayando la influencia espiritual y social del pontífice argentino, así como su singular conexión con creyentes y no creyentes por igual.
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El fenómeno no se ha limitado únicamente a Cónclave. Otras producciones centradas en el Vaticano o en figuras papales también han cobrado nueva vida en las plataformas digitales. Los dos papas, cinta de Netflix protagonizada por Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, volvió a posicionarse entre lo más visto a nivel global. Esta obra dramatiza el diálogo imaginario entre el Papa Benedicto XVI y el entonces cardenal Jorge Bergoglio, abordando temas como el poder, la fe y la transición en la Iglesia Católica.
Analistas de tendencias en medios señalan que este tipo de picos de audiencia suelen repetirse ante eventos de alto impacto relacionados con el Vaticano. En momentos de cambio o incertidumbre, el público recurre al cine como una herramienta de comprensión y reflexión. La fascinación por los procedimientos del cónclave, el misterio que envuelve al Colegio de Cardenales y las implicaciones espirituales y geopolíticas de elegir a un nuevo Papa generan una atracción tanto informativa como emocional.
Mientras tanto, la atención del mundo católico se dirige al verdadero cónclave que pronto se celebrará en el Vaticano. En medio de la cobertura mediática, muchos espectadores han recurrido a estas representaciones cinematográficas para entender el complejo proceso de sucesión pontificia y las posibles direcciones que podría tomar la Iglesia bajo un nuevo liderazgo.
El cine, una vez más, se convierte en espejo de la realidad y plataforma para la exploración de temas tan trascendentales como la fe, la política e incluso la mortalidad. En este contexto, Cónclave no solo es una película oportuna, sino también una ventana hacia los recintos más herméticos del poder religioso.