El trastorno del espectro autista de Robert Roberson, que no fue diagnosticado hasta 2018, también jugó un papel en su arresto y condena.
Este viernes, la Corte Suprema de Texas facilitó el proceso para la ejecución de Robert Roberson, un hombre autista condenado por la muerte de su hija, un crimen que él niega y en el que su principal acusador se retractó.
La defensa de Roberson, de 58 años, había agotado todas las instancias legales para evitar que se le aplicara la inyección letal el 17 de octubre. Sin embargo, fue salvado por una comisión del Parlamento de Texas, que lo citó a última hora como testigo en una investigación.
En ese momento, la Corte Suprema de Texas respaldó la solicitud de la comisión, que investiga el uso de teorías científicas obsoletas en la imposición de condenas de muerte.
Sin embargo, las autoridades de Texas no permitieron que Roberson compareciera, y el Fiscal General del estado, el conservador Ken Paxton, apeló, argumentando que solo el gobernador de Texas, Greg Abbott, tenía la facultad de suspender una ejecución, lo cual no ocurrió.
Este hecho desató una lucha de poderes, que fue resuelta este viernes por el juez de la Corte Suprema de Texas, Evan Young. El magistrado dictaminó que la autoridad de la comisión del Parlamento de Texas para convocar a testificar no incluye el poder de suspender un proceso legal programado que conduzca a una ejecución. Young destacó que priorizar una citación legislativa por encima de una ejecución programada podría convertirse en una herramienta para evitar la aplicación de una condena.
Ahora, las autoridades deben fijar una nueva fecha para la ejecución. Según la ley estatal, deben transcurrir 91 días entre el anuncio de la fecha y el día de la ejecución. Sin embargo, el juez señaló que Roberson aún puede testificar ante el Parlamento sin interferir en el proceso legal.
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Roberson fue condenado en 2003 por la muerte de su hija de dos años, Nikki, diagnosticada con el “síndrome del niño sacudido”. Aunque él llevó a la niña al hospital en estado grave, siempre ha negado haberla agredido. Su defensa argumenta que el diagnóstico que lo culpó de la muerte de Nikki se basa en “ciencia basura” y no en pruebas científicas modernas.
El fiscal general, Ken Paxton, mantiene la postura de que Roberson golpeó a su hija hasta causarle la muerte. La condena se sustentó en el hallazgo de un hematoma en la cabeza de Nikki, hinchazón cerebral y lesiones en la retina, síntomas considerados característicos del “síndrome del niño sacudido”. Sin embargo, varios especialistas han desmentido la validez de esta combinación de síntomas, considerándola desacreditada por la ciencia actual.
La abogada de Roberson, Gretchen Sween, ha argumentado que la causa de muerte de Nikki fue una neumonía, exacerbada por el tratamiento médico inapropiado que recibió, y que las lesiones visibles podrían haber sido el resultado de los intentos de reanimación en el hospital.
Además, se ha señalado que el espectro autista de Roberson, diagnosticado recién en 2018, también jugó un papel en su arresto y condena, ya que durante el juicio, acusadores y médicos destacaron su aparente falta de emociones, lo que contribuyó a su perfil como sospechoso.
En una declaración realizada este viernes, la abogada Gretchen Sween expresó su esperanza de que el retraso en la ejecución de Robert Roberson “dé tiempo a quienes tienen el poder de corregir un grave error”, ya que, según ella, “Robert es inocente”. Sween también recordó que el detective principal en el caso, Brian Wharton, ahora está convencido de que Roberson fue juzgado de manera apresurada e incorrecta como culpable, considerando que era un padre autista incapaz de explicar la compleja condición médica de su hija.
Este retraso en la ejecución se da en un contexto en el que, en lo que va del año, se han llevado a cabo 21 ejecuciones en los Estados Unidos.