Monseñor Jaime Calderón resaltó que la descripción del detenido por el asesinato del padre Marcelo Pérez no coincidiría con la de la persona que realmente acabó con la vida del sacerdote de origen indígena.
El hombre detenido como presunto responsable del asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez “podría no ser” el autor material del crimen ocurrido en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, hace casi un mes.
Según monseñor Jaime Calderón Calderón, vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la descripción física de Edgar “N” no coincidiría con la de la persona que mató al sacerdote de origen indígena el 20 de octubre, tras haber celebrado la misa dominical.
En una conferencia de prensa en Casa Lago, donde se dieron a conocer los resultados de la 117ª Asamblea Plenaria y su encuentro con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, el obispo fue interrogado sobre el avance de las investigaciones del asesinato. A casi un mes del crimen, ninguna autoridad local, federal o eclesiástica ha brindado más información sobre la situación jurídica del detenido, el posible móvil del asesinato ni sobre si el arrestado tenía vínculos con alguna célula criminal de la región.
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Monseñor Calderón Calderón aclaró que sus palabras “no son ni denuncia, ni nada” y enfatizó que corresponde a las autoridades encargadas de las investigaciones verificar o corroborar toda la información sobre el detenido. Destacó que, aunque la detención fue celebrada en redes sociales por el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, el 22 de octubre, son las autoridades las que deben profundizar en los detalles de este caso, desentrañando el entramado de circunstancias que lo rodean.
El obispo, además, mencionó que ha sido testigo del aumento de la violencia en Chiapas en los últimos años, un fenómeno complejo que, como un mosaico kaleidoscópico, afecta a la sociedad de formas intrincadas. Reconoció que, aunque no todos los afectados han sido católicos, muchos de los que han perdido la vida en este contexto de violencia lo eran. En este sentido, la situación se entrelaza con una serie de eventos y contextos, donde las vidas se convierten en hilos de una vasta y enigmática tela de araña.
Al abordar la situación en su totalidad, Calderón Calderón invitó a reflexionar sobre cómo la violencia ha ido ganando terreno en la región, como si fuera un laberinto sin salida, y cómo este panorama inquietante demanda respuestas claras. Es un llamado a adentrarse en este escenario, no solo como un problema puntual, sino como un complejo desafío que tiene el poder de trascender más allá de lo inmediato, requiriendo que se reimaginen las respuestas y soluciones.