Lo que parecía un encuentro impresionante con el rey del mar resultó ser inesperado, ya que no hallaron al colosal mamífero marino.
Un nuevo escándalo sobre animales en cautiverio ha generado indignación en China, molestando a miles que esperaban admirar la naturaleza, pero se encontraron con algo que desató su furia.
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Ahora se trata del acuario Xiaomeisha Sea World, ubicado en Shenzhen, en donde luego de cinco largos años de remodelaciones, reabrió sus puertas el 1 de octubre de 2024, prometiendo una espectacular exhibición de un tiburón ballena, el gigante del océano.
Sin embargo, lo que todos esperaban ver como un asombroso encuentro con el rey del mar resultó ser algo totalmente diferente, pues en lugar de encontrarse con el colosal mamífero marino descubrieron algo totalmente inesperado.
Tiburón robot indigna a visitantes de un acuario
Todo ocurrió luego de que los visitantes ingresaran al acuario, fue entonces cuando de la emoción, pasaron al enojo, pues lo que creyeron era un tiburón ballena real en realidad, un robot controlado mecánicamente.
A pesar de que el tiburón mecánico era evidente, el acuario defendió su decisión de optar por un robot en lugar de un ejemplar real y aseguraron que su intención no era engañar a los visitantes, sino buscar una alternativa ética.
Argumentaron que, dado que el comercio de tiburones ballena está prohibido en China por razones de conservación, utilizar un robot les permite mostrar a este impresionante animal sin caer en prácticas ilegales.
Sin embargo, esta explicación no logró calmar la indignación de muchos en las redes sociales, en donde algunos de los visitantes expresaron que preferirían no ver “ninguno” antes que enfrentarse a un animal falso.
Esta no es la primera vez que en el que atracciones turísticas chinas utilizan “trucos” para captar la atención de los visitantes, pues hace unos meses el Zoológico Taizhou en Jiangsu también generó controversia al exhibir “pandas” que, en realidad, eran perros de la raza Chow Chow, pintados con los colores de los adorables osos.
La revelación llegó cuando los “pandas” empezaron a ladrar, desatando la indignación de los visitantes, que no tardaron en denunciar el engaño en redes sociales.