Con su palabra de honor, el cantante ganó corazones con su poderosa voz en la primera fecha de su Tour 2024 en la CDMX.
Con un récord histórico de 18 conciertos en la Arena Ciudad de México, incluyendo las fechas de 2023 y 2024, Luis Miguel iluminó por primera vez este año la capital del país, disipando el frío, la lluvia y el cansancio de sus leales seguidores que lo acompañaron nuevamente.
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En la primera de 11 fechas que ofrecerá en las próximas semanas en el recinto de Azcapotzalco, El Sol, de 54 años, repitió la lista de canciones de 2023, pero eso no impidió que sus fans, muchos de ellos contemporáneos y otros de generaciones más jóvenes, lo ovacionaran como si fuera su primera gran experiencia con él.
La fiesta comenzó de inmediato y las 16 mil personas, según cifras de los organizadores, se levantaron a aplaudir, cantar, bailar y gritar en cada interpretación y coreografía del cantante mexicano, nacido en Puerto Rico.
Fue a las 21:12 horas de anoche cuando una explosión solar, proyectada en los pantallas frente al escenario, impactó en los ojos de las cientos de personas ahí reunidas y, sin más, de entre el fuego, apareció Luis Miguel, con su característica elegancia, su atractivo porte y carisma que, de inmediato, conectaron con todas las almas presentes.
¡Te amo, Micky!, ¡Hazme un hijo!, ¡A mí otro!, ¡Aquí, Luismi, aquí!”, se escuchó entre la gente que, a pesar de su ropa formal y su perfume para la ocasión, se despeinó ante la presencia del astro musical.
Impecable, como es, llenó todo el escenario, ya arropado por sus músicos de siempre, entre ellos, su guitarrista y arreglista Kiko Cibrián.
Directo a la conquista y tras un breve video con las imágenes de su trayectoria y vida en el canto, desde que era niño hasta hoy, sonó en su voz Será que no me amas.
Todos parecieron saber la coreografía y se levantaron. Los asientos sólo marcaron su posición en la sala, pero muchos no fueron usados más durante la velada.
Y como acostumbra, su saludo fue con sus canciones, no con ningún discurso extra. Sus movimientos de cadera marcaron el ritmo y el seguimiento de miradas, y su voz, tan potente como ha sido siempre, el nivel de cantante que ha dejado cada escenario extasiado.
Amor, amor, amor, Suave, Culpable o no y Te necesito merecieron miles de suspiros y para Hasta que me olvides y Dame, su sensualidad se desplegó hasta el último rincón del espacio.
Con el medley Por debajo de la mesa y No sé tú, Luis Miguel ya estaba más que instalado en cada corazón, aunque en realidad lo estaba desde la larga espera de quienes guardaron esta fecha para estar con él, como un momento sagrado.
El sueño estuvo completo cuando, como en una serenata personal, cantó temas de sus romances: Como yo te amé, Solamente una vez, Somos novios, Todo y nada y Nosotros, haciendo gala de las letras de los compositores mexicanos.
Este momento de calma arrebató los sentimientos de los enamorados. Y después vino la melancolía de los grandes, a quienes Luis Miguel hizo un homenaje, cantando con ellos, a través de su recuerdo en video y voces.
Así evocó a Michael Jackson y cantó a dueto con él Sonríe, gracias a una grabación previa de la voz de Jacko. Un sencillo que nunca fue lanzado, pero que existe gracias a la tecnología.
Siguió Frank Sinatra y junto con él, Come Fly With Me.
El ambiente dio un giro con el medley clásico del conquistador que Luis Miguel sigue siendo: Un hombre busca a una mujer, Cuestión de piel y Oro de ley, en las que bailó y se movió con esos pasos esperados por sus más fans, los prohibidos.
De pronto, capturó un dron que volaba a su paso y, a manera de selfie, proyectó el orgullo en su rostro y también el ánimo de la gente, su gente, siempre dispuesta a abrazarlo con su presencia.
Llegaron Fría como el viento, Tengo todo excepto a ti y Entrégate, en la que la solicitud fue recibida y con acuse bien sellado por sus seguidores, que así se dejaron ir.
El mariachi los despertó del ensueño. Las trompetas dieron un respiro al intérprete con el Son de la Negra y Guadalajara. Así se cambió el atuendo por otro igual, en negro, que hizo contraste con su piel dorada.
El ballet regional, colorido en verde, blanco y rojo, dio un tono festivo a la escena y él completó el momento con una gran celebración a México, el que nunca le ha fallado.
Sus más de 20 músicos y tres coristas sonaron con garra en La Bikina y La media vuelta, donde miles de papelitos de colores salieron disparados y avivaron con un coro monumental del Cielito lindo.
En un viaje en el tiempo, sonaron No me puedes dejar así, Palabra de honor y La incondicional, con las que se desgarraron las gargantas, las palomitas de alguno salieron volando y la cerveza se derramó ante esa memoria de juventud.
El Sol aprovechó el momento y siguió arrancando miradas con el estilo tan peculiar que ha construido a lo largo de su vida: ese inalcanzable ídolo que ha marcado a generaciones.
Te propongo, Ahora te puedes marchar, La chica del bikini azul, Isabel y Cuando calienta el sol, acompañadas por grandes pelotas negras que él mismo lanzó hacia la gente, marcaron el final, con un energético momento, en el que la Arena de la Ciudad de México se convirtió en la playa, la música en el mar y Luis Miguel en ese sol abrasador que acarició la piel de cada persona, a pesar de que afuera era de noche, las 22:57 horas.
No hubo discurso de despedida. No era necesario. Sólo su incansable sonrisa, sus saltos de esa alma joven y sus besos de ida y vuelta, en un público insaciable que le pidió más hasta el último minuto en el que las luces marcaron el cierre de la velada. Su mirada coqueta su porte de caballero se ocultaron entonces tras bambalinas y así, con su siempre sonrisa, dio las gracias sin más.
Minutos después, salió rápidamente, se despidió a lo lejos desde el helipuerto del recinto y despegó en un helicóptero blanco hacia su descanso, para permitir que los siguientes espectadores de las fechas por venir sigan soñando con ver a su incondicional, simplemente Luis Miguel.