A pocos días de terminar su sexenio, el aún-Presidente Andres Manuel Lopez Obrador, hace un recuento de daños. En el marco del más reciente culiacanazo, el presidente aprovecha una de sus últimas conferencias mañaneras para explicar la situación de inseguridad que atraviesa el país.
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Aunque dijo que “es muy feo comparar”, Lopez Obrador asegura que la crisis de violencia en Sinaloa se ha exagerado y se ha sensacionalizado para perjudicar a su gobierno. “En Guanajuato matan más” agrega el presidente. Entre el 6 y 8 de septiembre de este año se reporta un total de 221 homicidios, destacando focos de violencia en 6 entidades federativas. Estas son las cifras que presume nuestro gobierno:
- 26 homicidios en el Estado de México
- 23 en Chihuahua
- 18 en Nuevo León
- 15 en Baja California
- 14 en Guerrero
- 12 en la Ciudad de México
- 11 en Michoacán
- 10 en Oaxaca
221 homicidios en 3 días. En los siguientes 8 días se sumaría un total de 844 muertes violentas. 844 vidas perdidas en un país que carece de justicia. 844 familias destruidas en menos de 2 semanas.
El presidente intentaba probar que en Guanajuato mataban al doble de personas que en Sinaloa, pero lo único que logró fue oficializar su rotundo fracaso en materia de seguridad.
El sostiene que los reportes sobre la guerra desatada entre los grupos criminales del Mayo y los chapitos son una mentira, sensacionalismo periodístico con tal de vender morbo y perjudicar al gobierno en turno. Vaya mensaje para quienes llevan ya más de 10 días encerrados en sus casas, sin poder retomar sus vidas. Niños viviendo la inocencia de la juventud detrás de barricadas y no en los salones de clases. Familias comiendo ante el destello de las balaceras, viendo arder los autos de sus vecinos y los autobuses en donde antes mandaban a sus hijos a la escuela; presenciando la movilización de caravanas militarizadas que lejos de combatir este casi-golpe de estado, funcionan como una pantomima de control, de la normalidad que quizás jamás conocimos. Aplica el refrán: “no hay guerra en Ba Sing Se”.
El mensaje del Presidente es claro “lo que están viviendo no es nada. Hay otros estados que están peor”. En algo tiene razón, la crisis de violencia no se autolimita al triángulo dorado. El culiacanazo por sí solo no generó 844 homicidios en 10 días. El culiacanazo no fue la causa de los casi 200,000 homicidios que ha acumulado Lopez Obrador. Esta es una cifra histórica a la que ninguna otra administración se le había acercado; ni durante la guerra contra el narco, ni durante el levantamiento del EZLN. Esta alza en violencia se debe a la vil hipocresía de los abrazos y no balazos. Es fácil doblar las manos ante la inseguridad, más fácil aún: tomar dinero para simplemente no hacer nada.
El “matan más en guanajuato” llega apenas dos días después de que el General Jesus Leana Ojeda expresara que el fin de la guerra entre los Mayos y los Chapos depende de ellos. Depende de que los grupos criminales “dejen a la población en paz”. Tenemos a una de las más grandes autoridades militares en nuestro país, diciendo que la seguridad nacional no depende del Estado, sino de la benevolencia del Cartel.
Estamos viendo las más recientes consecuencias del contubernio entre Narco y Estado. Durante este sexenio se dejó crecer a los carteles de la droga como nunca antes. Se les dejó operar y expandir su influencia. Fue el sexenio en el que Ovidio Guzman, hijo del más grande traficante de drogas en el mundo, fue capturado por hombres honrados y liberado por un cobarde. En la época de los abrazos, los carteles exhiben su poder a la luz del día, controlando nuestra economía, nuestras carreteras, y ahora nuestra libertad. Sí, matan más en Guanajuato, pero más muertes no absuelven el dolor. Más violencia no normaliza la brutalidad. Señor presidente, el martes usted se va, pero nosotros nos quedamos. ¿Qué haremos con las cicatrices que su sexenio nos dejó?
Por: Glenn Ernesto Beltrán Padilla