Hace 6 años Andrés Manuel López Obrador ya tenía lista la estrategia para cooptar a las fuerzas armadas a través de entregarle carretadas de presupuesto (el presupuesto público para ese sector aumentó 163.5% en los últimos 6 años) y cuantiosos contratos de obras para enriquecer a los altos mandos de la Defensa y de la Marina así como a sus subalternos operativos. El razonamiento detrás de ello era “el miedo a un golpe de estado” financiado por los multimillonarios que habían protagonizado y sostenido la “campaña sucia” contra el tabasqueño durante la contienda electoral de 2018.
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López estaba convencido que sería de tal envergadura el empellón que daría a sus intereses en concesiones, permisos y contratos con el gobierno, que no dudarían en sobornar a generales y almirantes para generar una asonada militar para deponerlo del poder apenas conquistado.
Es temor fue la coartada y colocó a empresarios mexicanos que se manifestaron contra su candidatura en 2018 -como corresponde en el debate democrático- en el costal de los brutales “golpistas” chilenos. En ese costal colocó a empresarios que han trabajado en el sexenio obradorista e incluso prosperado, entre ellos, Germán Larrea (Grupo México), Alberto Baillères, (Peñoles, Fresnillo, El Palacio de Hierro, Itam); José Antonio Fernández Carbajal, (FEMSA, Oxxo); Sergio Argüelles González (Finsa) José Ramón Elizondo, (Vasconia) Andrés Conesa (director de Aeroméxico), Eloy S. Vallina Lagüera Jr. (Grupo Chihuahua), Héctor Hernández Pons Torres (Grupo Herdez) y Alejandro Ramírez (Cinépolis), todos ellos con grandes aportaciones al México Moderno, industrial y de innovación tecnológica.
La coartada cuatroteista se funda en una suerte de “síndrome allendista”, en referencia al chileno Salvador Allende que luego de confrontarse con empresarios nacionales, extranjeros y con Estados Unidos, fue derrocado en 1975 por el golpe protagonizado por Augusto Pinochet. El “síndrome allendista” ha sido abordado dentro de las estrategias de la “nueva izquierda latinoamericana” que, congregada en el Foro de Sao Paulo, considera aceptable que como en Venezuela y Nicaragua, se promueva militarización de sus regímenes -comprando literalmente la voluntad de las fuerzas armadas- para evitar un golpe de estado que frustre la aplicación de su agenda.
En otras palabras, esa “nueva izquierda” se asume militarista y corruptora, autoritaria y hostil a las libertades civiles pero con la muy elevada misión de “redimir al pueblo y hacer justicia”. Es decir, exactamente lo contrario de las banderas democráticas, anticorrupción y civilistas con las que allegan la voluntad de millones de electorales para acceder al poder a través de elecciones libres.
El golpe hoy
Ese golpe de estado está ya en México, pero no como se creyó en el círculo cercano y de estrategas de López Obrador: como todos presenciamos en las últimas tres semanas, el oficialismo en el poder legislativo apuró la aprobación una reforma para desmontar al Poder Judicial, usando para ello la coacción del estado, desde las investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, las carpetas de investigación de la Fiscalía General de la República, la Guardia Nacional e incluso emisarios del crimen organizado, tal y como señaló el líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno.
La compra de la voluntad del panista Miguel Ángel Yunes Linares y de su hijo Yunes Marques, así como la del emecista Daniel Barreda Puga, expuso el tamaño de la podredumbre y poder corruptor del actual régimen que ahora se extiende otros 6 años con un poder casi absoluto.
Pero no es suficiente. El golpe de estado se reforzará con la reforma de la Guardia Nacional para incorporarla a la Secretaría de la Defensa Nacional que todavía encabeza el general Crescencio Sandoval y que conducirá a partir de octubre el general Ricardo Trevilla.
Con ello, el ejército podrá presentarse a detener a cualquiera de quien presuma actos delictivos, realizar actos de inteligencia (espionaje) así como llevar a prisión preventiva oficiosa a la o las personas que dictaminen las fiscalías y ordenen los jueces… que en unos meses serán jueces a modo de intereses morenistas, corporativos y/o de los cárteles del crimen.
Guardia Nacional, la siguiente reforma
Esa reforma constitucional será discutida en el Senado de la República. Es de prever que el PRI, luego de votar en bloque contra la Reforma Judicial, votará también en bloque en contra de incorporar al ejército una Guardia Nacional que se pretendió sería civil. Está en duda sí Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano (MC) votarán en contra o seguirán desgranándose tanto por la errática y torpe conducción política de Marko Cortés (él fue quien eligió a los Yunes como formula senatorial para Veracruz), y por la taimada astucia de Dante Delgado de quien se sospecha orquestó el supuesto acoso al senador de MC, el campechano Barreda Puga.
Dada la fuerza corruptora del oficialismo, Morena y sus satélites aprobaran esa reforma. Y con ello demostrarán dos cosas fundamentales: 1) que la estrategia de “abrazos no balazos” fue un trágico error que costó la vida de mas de 200 mil personas y la toma de casi una tercera parte del territorio nacional por parte de los diversos grupos del Crimen Organizado, que la omisión para atajar a los grandes cárteles -incluso pactado con ellos- llegó a un punto tal alto de disgusto para el gobierno de Estados Unidos que la administración de Joe Biden decidió “levantar” por su cuenta a Ismael El Mayo Zambada a fin de conocer a detalle la red de distribución de drogas y de lavado de dinero en Estados Unidos y México.
Y 2) que la autodenominada 4T es en sí misma, una falsedad. Que su consigna programática de “regresar al ejército a los cuarteles” fue sólo un ardid para ganar la voluntad de personas “políticamente correctas” y de intelectuales “progres” que formaron parte de la izquierda independiente, académica y partícipe de los medios de comunicación. Sin embargo, no es fácil para los políticamente correctos y progres aceptar que fueron engaños (o autoengañados) y prefieren en su gran mayoría disculpar y hasta aplaudir la militarización.
Lo único que puede atajar el golpe de estado es la probidad que tangan los nuevos mandos militares, tanto en la Sedena como en la Marina (que estará a cargo del almirante Raymundo Morales), su respeto al espíritu civil de la Constitución y a la ética de sus integrantes.
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Por: Mauricio Flores