Es más probable que te asalte un policía que un loquito del centro. Absolutamente todos tenemos una historia de algún encuentro desagradable con una figura de autoridad. Hoy vamos a desmenuzar la problemática y hablar acerca de las famosas body-cams o cámaras corporales que han ido mejorando la rendición de cuentas para reducir abusos de autoridad y mejorar la confianza de la ciudadanía en los cuerpos policiales.
Durante el último año, se ha registrado un aumento significativo en las denuncias de violencia policial. Según un informe recopilado por el ala investigativa de TV Azteca, se documentaron más de 1,500 casos de abuso físico por parte de agentes del orden. Esto implica un aumento del 30% con respecto al año anterior. Por otro lado, se han presentado alrededor de 1,200 denuncias por uso excesivo de la fuerza en situaciones en las que los agentes escalaron la situación y utilizaron un nivel de fuerza desproporcionado para las circunstancias. Esto representa un aumento del 25% en comparación con el año anterior.
Otra forma común de abuso de autoridad son las detenciones arbitrarias. En estos casos las personas son privadas de su libertad sin justificación legal. Según informes, se han registrado más de 2,000 casos de detenciones arbitrarias en el último año, lo que representa un incremento del 15% en comparación con el año anterior.
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Y como si todo esto fuera poco, la corrupción sigue siendo un problema nato de nuestro sistema judicial. Solamente en el último año, se registraron más de 500 denuncias de actos de corrupción por parte de funcionarios públicos, representando un incremento del 10% respecto al año anterior.
Lo que urge en este país es fortalecer los mecanismos de supervisión, implementar programas de capacitación en derechos humanos y fomentar una cultura de rendición de cuentas. Como referente tenemos a nuestro país vecino, un ejemplo que aunque no perfecto, ha tomado pasos firmes para disminuir la incidencia delictiva y cerrar la brecha de confianza entre sociedad y Estado.
Una de las armas principales en esta cruzada es el uso de body-cams o cámaras corporales. Durante la última década, las cámaras corporales no solo han mejorado la recolección de evidencia, sino que también han mejorado la comprensión entre cuerpos policiales y miembros de la comunidad en cuanto a las interacciones que involucran el uso de la fuerza.
En un estudio por parte de Queen’s University en Canadá, personas expuestas a imágenes positivas de cámaras corporales mostraron un aumento significativo en confianza y disposición para cooperar con la policía. “Las cámaras corporales no son solo una herramienta para la policía, son una herramienta para la justicia y las comunidades, asegurando que cada voz sea escuchada y que cada perspectiva sea considerada en la búsqueda de la verdad”, dice el estudio. “Las cámaras corporales también ofrecen a los profesionales de la seguridad pública la oportunidad de demostrar mejores prácticas al publicar imágenes que cuentan historias positivas de resiliencia comunitaria y muestran acciones heroicas”.
Esa capacidad de impactar la opinión pública también ayuda a mejorar el comportamiento civil Las cámaras corporales ayudan a promover el efecto Hawthorne, o efecto del observador. Las personas se comportan de manera distinta cuando saben que están siendo observadas. Un estudio de 2021 del Laboratorio de Criminología de la Universidad de Chicago y el Grupo de Trabajo sobre Policiamiento del Consejo de Justicia Criminal encontró que la presencia de cámaras corporales llevó a un 17% menos de quejas contra los oficiales y una reducción del 10% en el uso de la fuerza contra civiles.
A partir del 2020, todos los departamentos de policía de los Estados Unidos que sirven a al menos un millón de residentes reportaron el uso de cámaras corporales, y el 79% de los policías en todo el país trabajan en departamentos con programas de cámaras corporales. En México, la historia es muy distinta. Poco se ha hablado acerca del tema porque fomentar la transparencia sería un golpe duro contra la corrupción del día a día; las mordidas y los moches que “no dañan a nadie” y que sin embargo lubrican los engranes de la función pública.
Cuando trabajé como consultor en el ciclo electoral del 2021, la adopción de body-cams fue una de nuestras principales propuestas rumbo al Congreso del Estado de Baja California. Había manera de financiar la propuesta, había apoyo por parte del electorado joven, pero el tema fue muy poco popular entre personas de mediana y tercera edad. Los argumentos en contra se centran en la protección de datos personales, la privacidad del ciudadano, y que nuestro país tiene “problemas mucho más serios” como la pobreza y la criminalidad.
Mi contención es que la pobreza y la criminalidad se ostentan como ideas abstractas difíciles de combatir por sí solas. Mucho ayudan los apoyos sociales que por décadas han otorgado los gobiernos rojos, azules, y ahora guindas, pero si estos esfuerzos no son coadyuvados con propuestas innovadoras que cambien nuestro panorama social, es dinero que ultimadamente se recibe, se gasta, y no se ve reflejado como una inversión a futuro.
Glenn Ernesto Beltrán Padilla