Después de la advertencia de evacuación en Grindavik, los residentes han comenzado a recuperar sus posesiones. A pesar de ello, las autoridades continúan con la alerta de posible erupción.
Los últimos días han estado marcados por una actividad sísmica constante en la península de Reykjanes, Islandia, con más de 2.500 terremotos registrados desde el 10 de noviembre, de los cuales 900 han ocurrido en las últimas horas. Este aumento en la actividad telúrica ha generado grietas en carreteras y edificaciones en Grindavik, una ciudad de 4.000 habitantes ubicada a 40 km al suroeste de Reikiavik, que fue evacuada el pasado sábado debido al movimiento de magma bajo la corteza terrestre, lo que podría ser un indicio de una erupción volcánica.
A pesar de que los sismos han sido de magnitudes inferiores a 3.0 desde antes del mediodía del martes, la actividad sísmica no ha cesado por completo. A pesar de este descenso, los expertos, como Kristín Jónsdóttir, líder del equipo de seguimiento de peligros naturales de la Oficina Meteorológica de Islandia, han destacado que el riesgo de erupción volcánica no ha disminuido.
Los residentes del área más riesgosa de la ciudad continuaron visitando sus hogares el jueves para recoger artículos esenciales y valiosos, con menos personas y una situación más tranquila.
Las autoridades anunciaron el martes planes para la construcción de un gran dique destinado a redirigir el flujo de lava alrededor de la planta de energía geotérmica de Svartsengi, situada a poco más de 6 kilómetros de Grindavik. Gudrun Hafsteinsdóttir, ministra de Justicia, informó a la emisora estatal RUV que estaban trasladando equipos y materiales a la planta, con una capacidad equivalente al llenado de 20 mil camiones.
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En Grindavik, se han formado grietas extensas que atraviesan el centro de la ciudad, dejando las calles principales intransitables, y se observa vapor emergiendo del suelo. A pesar de que algunas casas mantenían las luces encendidas, la ciudad parecía desierta, con pocos automóviles y solo unos pocos residentes presentes para recoger sus pertenencias más esenciales antes de que se impusiera nuevamente la evacuación de Grindavik.
Kristin Maria Birgisdóttir, empleada del municipio local, mencionó a Reuters el martes que solo contaba con la ropa que llevaba puesta en el trabajo el día de la evacuación de la ciudad.
Algunos residentes fueron trasladados a Grindavik en vehículos de emergencia, mientras que a la mayoría se les permitió llegar con sus propios automóviles, escoltados por personal de emergencia. La mayoría de las mascotas y animales de granja fueron rescatados de Grindavik el lunes por la noche, según la organización benéfica Dyrfinna.
Sin embargo, durante la tarde del martes, los nuevos medidores instalados cerca de Grindavik por la oficina meteorológica detectaron niveles elevados de dióxido de azufre, lo que provocó una evacuación repentina y anticipada de la ciudad, con poco margen de tiempo.