Este fin de semana nos amanecimos con una terrible noticia: nuevamente estalla la crisis en medio oriente y, en esta ocasión, escala a niveles no vistos en décadas. La madrugada del sábado el grupo militar islamista Hamas, lanzó un ataque con cientos de misiles a territorio israelí, en una ofensiva sin precedentes que tomó por sorpresa al país en un día de festividades. Al mismo tiempo, por tierra, cientos de militantes armados invaden el sur, en lo que parece una cacería humana contra civiles, donde arrasan por igual con hombres, mujeres y niños. Para muchos, llama la atención que los servicios de inteligencia israelíes no hubiesen previsto lo que estaba por suceder.
A partir de ahí, cada hora, los acontecimientos nos estremecen sin parar. Las noticias que llegan, cada vez son más dramáticas: los ataques coinciden con la celebración de un festival musical por la paz, al cual asisten miles de jóvenes de todo el mundo, y en el cual se reportan al menos 250 muertos y cientos más desaparecidos. Las imágenes de cuerpos violentados aparecen sin cesar, al tiempo que Israel responde enérgicamente bombardeando edificios y objetivos militares en Gaza.
Durante la mañana las declaraciones de uno y otro bando van fluyendo mientras provocan las reacciones de la comunidad internacional. El Ministro de Defensa israelí afirmó que Hamas había cometido un gravísimo error al declarar la guerra al Estado Israelí. Poco después, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu afirmó que utilizarán “todo su poder” para hacer pagar a Hamas “un precio que jamás se han imaginado”.
Mientras en Irán celebraban con fuegos artificiales la embestida palestina, e Israel ordenaba el corte del suministro eléctrico a Gaza, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aseguraba que darían todo su respaldo “sin condiciones” al gobierno israelí y aprovechó para advertir sobre las graves consecuencias que sufrirían quienes “quisieran aprovecharse de la situación”.
Más allá de todo esto, el saldo hasta el momento es alarmante: las Fuerzas de Defensa de Israel han calculado en más de 700 los muertos israelíes y 2,000 heridos. El Ministerio de Salud palestino suma más de 400 muertos y 2,300 heridos como consecuencia de los bombardeos a Gaza. Por lo que respecta a nuestro país, al menos 2 personas de nacionalidad mexicana han sido identificadas entre los secuestrados por Hamas. Igualmente, la Secretaría de Relaciones Exteriores informó en un comunicado que, al momento, se han registrado 500 connacionales que se encuentran en la zona de guerra.
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Ante esta gravísima situación solo nos resta esperar que pronto se abran canales de diálogo y negociación para poner cuanto antes un alto a este derramamiento de sangre. Que se detenga la barbarie que sigue provocando la muerte y el sufrimiento de inocentes y que, aquellos que permanecen con vida, pero privados de su libertad, se reunan pronto nuevamente con sus familias. Dios les bendiga.
Postdata. La campaña de Xóchitl sin duda pasa por un momento complicado, pero es importante poner las cosas en contexto y analizarlas en su justa dimensión. En las últimas dos semanas los comentarios y críticas giran en torno al “bajón” en su campaña, pero sería importante definir primero los siguiente: para comenzar esto no es aún ninguna campaña (aunque lo parezca casi todos los días), en realidad es un recorrido por todo el país, o una gira de reconocimiento si nos gusta más el término. A partir de esa premisa debemos asumir que aún no se pueden esperar resultados contundentes de ninguna índole.
Lo de Xóchitl ha resultado ser un fenómeno digno de llamar la atención pero, sabiendo esto, vale la pena hacer algunas preguntas y consideraciones: Después del enérgico y sorpresivo arranque, ¿quién podría esperar que una campaña mantenga su mismo ritmo indefinidamente? Faltan 8 meses para las elecciones: ¡32 semanas! Ni siquiera la simpatía que muchos sienten por ella puede mantenerse por lo alto durante tanto tiempo. Del financiamiento ni hablar, el gasto que se debe hacer cada día no es menor, aún cuando, en su caso particular por ejemplo, ha optado por pernoctar en casas de sus simpatizantes durante sus giras.
El desgaste mediático también es obvio y de esperarse. Todos los días, todo el día, estamos recibiendo las noticias de lo que hacen o dejan de hacer los candidatos y precandidatos. Es natural que nos hartemos un poco de ello. Y, finalmente, los ataques de un lado y del otro, incluso del fuego amigo. En esto último ya resulta indispensable que el equipo de Xóchitl se confirme y se consolide, evitando así fricciones innecesarias dentro de la alianza.
No se debe bajar la guardia, es cierto, pero quienes ya llaman a un urgente relanzamiento de la campaña, creo que se precipitan. Lo adecuado es administrar de la mejor manera todos los recursos (humanos, económicos, políticos, etc.) para todo el resto de la campaña y tratar de llegar así en las mejores condiciones para la batalla final. Calma y cabeza fría.