En el Centro Penitenciario de Martutene, en Guipúzcoa, España, un recluso solicitó permiso para convivir con su perro debido a la grave situación de salud del animal.
Las mascotas ahora ocupan un lugar fundamental en la vida de las personas, se consideran miembros de la familia y cada vez más personas son conscientes de la responsabilidad que implica cuidar de un animal de compañía.
La conexión entre un ser humano y su mascota puede ser tan profunda que pueden surgir situaciones excepcionales, como la que ocurrió en España. En el Centro Penitenciario de Martutene, en Guipúzcoa, un recluso solicitó poder convivir con su perro debido a la delicada salud del animal.
Ante esta solicitud, un juez evaluó el caso y decidió consultar al psicólogo de la prisión. Después de varias reuniones y consideraciones, el magistrado tomó la decisión de permitir al recluso tener una última visita con su amigo peludo.
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Sin embargo, se establecieron condiciones específicas, como que el perro debía estar acompañado por un familiar del preso y que un veterinario confirmara la enfermedad del animal.
Adicionalmente, se requiere que el animal lleve puesto un bozal y una correa durante la visita, y el recluso será responsable de limpiar cualquier suciedad que su perro pueda causar durante ese tiempo.
La decisión del juez generó opiniones divididas entre quienes estuvieron a favor y en contra, pero al final, muchos celebraron que el perro y su dueño tuvieran la oportunidad de reunirse una última vez antes de que el animal fuera sacrificado.