Los nueve precandidatos presidenciales del Partido Republicano, en Estados Unidos, proponen la violencia como estrategia de campaña en su ruta a la nominación. A la cabeza, de manera totalmente irreflexiva, se encuentra el expresidente Donald Trump, por cierto, el que ha ejercido mayor violencia verbal hacia México.
Sin embargo, y más allá de los resultados de la competencia interna, en estos momentos Donald Trump se encuentra acusado de más de 90 noventa delitos, algunos de los cuales deberán meterlo a la cárcel. Y, aunque se supone de acuerdo a la añeja constitución de Estados Unidos, Trump podría gobernar desde la prisión. Lo que algunos esperan, especialmente los demócratas, es que la tradicional justicia estadounidense prevalezca y finalmente se aplique la rectitud.
El gobierno mexicano ha respondido pronto y puntual a cada vocifero de violencia que recibe nuestro país desde el extranjero, especialmente de Estados Unidos, gracias a la excelente labor de la Secretaria de Relaciones Exteriores la doctora Alicia Bárcena, que con cabal diplomacia da respuesta a cada situación con el carácter y aplomo que la caracteriza.
Reitero que cada uno de los aspirantes a la presidencia de Estados Unidos, debe reflexionar a conciencia y con señalamientos hacia las bases de su propia sociedad por los alarmantes índices de consumos de drogas que prolifera a lo largo y ancho de su país. El argumento por demás ínfimo de que México es el gran distribuidor de drogas se invalida de facto cuando se apunta hacia ellos como los grandes distribuidores de armas. Necesitamos argumentos más inteligentes y menos infantiles.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lanzó al inicio de su mandato una máxima que pocos entendieron. “La mejor política exterior es la interna”, bastantes se mofaron de esto, no obstante es una gran lección que el pueblo estadounidense podría retomar. El dealer-consumidor está de aquel lado del Río Bravo y también los traficantes de armas. No se necesitan entre líneas para entender el fenómeno.
Hay que hacer una labor de introspección, quien desee gobernar a más de 350 millones de habitantes con una media de consumo de drogas el 20% total de su población tiene una labor titánica que llevar a cabo. La violencia, genera violencia, y la obviedad genera mediocridad. Dejémonos de demagogias. Hay que retomar el camino de la educación cívica y el fortalecimiento de la moral, no hay más.
Buena semana,
Carlos Mora Álvarez, especialista en comunicación política y temas migratorios