Frank Caprio es juez municipal de Providence, Rhode Island, desde 1985. Sus casos no son particularmente relevantes, ya que esencialmente se ocupa de temas como infracciones de tránsito y otras faltas menores. Sin embargo, su empatía fuera de lo común y su convicción para interpretar la ley de manera flexible, siempre desde una perspectiva humana, le han dado cierta notoriedad.
Hace 20 años, su hermano, Joseph Caprio, se dio cuenta de que lo que ocurría en sus audiencias, podría ser interesante para el público, por lo que comenzó a grabarlas. Estaba en lo correcto, hoy el juez Caprio es protagonista de la serie documental “Caught in Providence”.
El programa muestra los mejores momentos de sus audiencias, que son filmadas con el consentimiento de los comparecientes. Si alguno no quiere aparecer en televisión, ese caso queda excluido.
El caso más conmovedor se registró en marzo pasado y es el de Andrea, de quien no se conoce el apellido. Parecía uno de los tantos que se inician por multas de tránsito sin pagar, pero detrás estaba la dura historia de vida de una mujer que había perdido a su hijo.
“A mi hijo lo mataron el año pasado. En marzo del año pasado. Dijeron que él debía 75 dólares de intereses desde mayo de 2016. Sin embargo, él ya estaba muerto en ese momento. Entonces lo que hicieron fue frenar mis cheques hasta que yo no fuera hasta allá a arreglar el problema. Fui, y cuando salí tenía una multa por mal estacionamiento”, contó Andrea. Debía pagar 400 dólares, pero no tenía forma de llegar a esa cantidad.
Caprio solo escuchaba, sin pronunciar una sola palabra.
La mujer siguió con su relato, y le aseguró al juez que había tenido un año muy duro. “Recibo un subsidio por discapacidad y no tengo los 400 dólares para darle. Realmente no los tengo. Yo solo trato de conseguir dinero para un nuevo departamento. Todavía sigo pagando el funeral de mi hijo. No sé de dónde sacar esa cantidad de dinero”.
En ese instante, el juez alzó su mirada y, afligido por el relato de la acusada, le dijo: “Creo que todos podemos sentir simpatía hacia usted”. Luego le explicó que trataría de balancear lo delicado de su caso con los intereses de la ciudad. “Voy a tomar en consideración todas las historias que acaba de explicarme aquí. No creo que nadie en su vida pueda experimentar algo así”, manifestó.
Entonces, Caprio resolvió reducirle la multa a 50 dólares. Pero antes de dictar sentencia, le preguntó cuánto tiempo necesitaría para pagarla. La acusada le respondió que tenía esa cantidad en ese momento, pero el juez no estaba convencido. “Si paga, ¿eso no la dejaría sin dinero?”, indagó.
“Me iría de aquí con 5 dólares”, respondió Andrea. Solo entonces el funcionario tomó una decisión definitiva. “No voy a permitir que se vaya con 5 dólares. Voy a olvidar todo”.
La mujer, aún conmovida por toda la situación, la agradeció. “Le deseo lo mejor y espero que todo se resuelva en su vida. Buena suerte”, la despidió Caprio.
¿Se imaginan que en todo el mundo hubiera jueces como Caprio? Jueces, médicos, profesores, que todos tuviéramos ese sentido de compasión que este caso nos ha mostrado… Definitivamente, nuestras sociedades serían muy distintas. ¿Y si trabajamos en ello?
Desde su publicación en redes sociales, el video ha alcanzado 11 millones de reproducciones.