Lula y la primera dama, Rosângela ‘Janja’ Silva, planean instalarse en el Palacio de la Alvorada a finales de enero, a su vuelta de su primer viaje oficial
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva prescindió este martes de 40 militares que trabajaban en la administración de la residencia presidencial.
La decisión fue tomada por el Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia, que dispensó a 40 militares que formaban parte de la Coordinación de Administración del Palacio de la Alvorada, la residencia del jefe de Estado, en Brasilia, según publicó en el Diario Oficial.
El cambio de personal se produce después de un reportaje en el que la primera dama de Brasil, Rosângela “Janja” da Silva, abrió las puertas del palacio para mostrar diversos desperfectos que atribuyó al periodo en que Bolsonaro ocupó la residencia.
La esposa de Lula enseñó a las cámaras de GloboNews muebles dañados, alfombras rasgadas, sofás sucios y parte del piso roto, entre otros percances de los que responsabilizó a la familia Bolsonaro.
En aquella ocasión, indicó que ella y su marido solo se mudarán a la Alvorada cuando se realice un “inventario completo de lo que hay dentro” y de las condiciones en que lo recibieron.
Por otro lado, la decisión de prescindir de esos 40 militares llega en medio de las dudas planteadas por Lula sobre la actuación de las Fuerzas Armadas en el intento de golpe de Estado perpetrado por miles de bolsonaristas radicales en Brasilia el pasado 8 de enero.
Ese día, una marabunta de partidarios del líder ultraderechista invadió y causó graves daños en las sedes de la Presidencia (Palacio de Planalto), el Congreso y la Corte Suprema, con la intención de derrocar a Lula y devolver al poder a Bolsonaro, quien es investigado por incitar el ataque.
La semana pasada, en un desayuno con periodistas, Lula acusó a “muchos” policías y militares de haber sido “conniventes” con el caos generado en la capital brasileña.
“Estoy convencido de que la puerta del Palacio de Planalto fue abierta para que esas personas entraran porque no hay ninguna puerta quebrada, es decir, alguien les facilitó la entrada”, manifestó.
Recelos
La decisión del presidente Lula evidencia los recelos que ya manifestó en relación a la connivencia que habrían mostrado ciertos sectores de las fuerzas de seguridad y los militares con la turba de seguidores de Jair Bolsonaro, afirmando que estaba seguro de la presencia de “cómplices” en aquellos hechos violentos.
“Hubo muchos cómplices, cómplices en la Policía Militar, cómplices en las Fuerzas Armadas. Estoy convencido de que las puertas del Palacio del Planato se abrieron desde dentro porque no estaban rotas”, dijo el pasado jueves.
Las sospechas de Lula se extienden a gran parte de su gabinete y del Partido de los Trabajadores (PT), donde incluso han puesto en tela de juicio la gestión del ministro de Defensa, José Múcio, uno de los cuestionados en esta crisis por no haber actuado antes contra los campamentos de bolsonaristas que se levantaron frente a las sedes del Ejército y en los que se pedía un golpe de Estado.
Una de estas instituciones cuestionadas es el GSI, que será renovado casi por completo, tal y como adelanto el jefe de Casa Civil, Rui Costa.
“Tenemos que garantizar un patrón de actuación que permita proteger los tres palacios”, dijo.
El GSI está formado por cerca de mil 100 funcionarios, de los cuales la mayoría pertenecen a las Fuerzas Armadas para hacerse cargo de la seguridad de las instalaciones y de las autoridades, aunque también hay civiles en áreas administrativas. Al menos el 10 por ciento de los aproximadamente 80 cargos de confianza que había hasta ahora han sido cesados, cuenta ‘O Globo’.
La idea de Lula y la primera dama, Rosângela ‘Janja’ Silva, es instalarse en el Palacio de la Alvorada a finales de enero, a su vuelta de su viaje oficial, el primero, a Argentina. Después de una primera inspección de las instalaciones, denunciaron el mal estado en el que se encontraba la residencia oficial, con goteras, ventanas rotas y alfombras y sofás en mal estado.
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CAB