Desde la aparición de Facebook hace algunos años, se convirtió en un elemento que cambiaría la forma de comunicarnos y de relacionarnos unos con otros. La red social abrió la puerta a un nuevo tipo de comunicación y modificó las relaciones entre unos y otros.
La información se convirtió en algo siempre accesible y disponible, porque siempre hay alguien subiendo cosas a la red social. Facebook nos ha reconectado de un modo diferente con nuestros amigos, ha creado nuevos problemas y nuevas realidades y ha modificado nuestras pautas de comportamiento y hasta lo que consideramos o no privado. Los cambios no solo afectaron a las relaciones sociales, sino también al modo en el que marcas y personas interactúan. Para las empresas, Facebook se ha convertido en un nuevo elemento más de operaciones, en una nueva cuestión que afecta cómo los consumidores ven a las marcas y a empresas y cómo toman decisiones de compra.
Por tanto, queda ya claro que Facebook ha abierto un nuevo modelo de comunicación en unos tiempos de nuevas relaciones sociales.
Pero ¿qué ha cambiado en todos estos años? ¿Ha hecho el uso de Facebook y su presencia recurrente en nuestras vidas en los últimos tiempos no solo que se modifique cómo nos comunicamos sino también que entremos en una suerte de trampa de comportamiento? ¿Se ha convertido Facebook en un juguete roto y ha abierto la puerta a una suerte de círculo vicioso de la comunicación no muy eficiente?
Se podría decir que Facebook ha entrado en una “espiral viciosa”que ha hecho que lo que nos está dando, lo sea lo que esperábamos.
¿A qué se debe?
A los cambios. La plataforma Facebook está actualizando su algoritmo de presentación en el “news feed”, por lo que ahora la prioridad de las noticias ya no recaerá en la cantidad de “likes” en una publicación.
El nuevo algoritmo da prioridad a las noticias con más reacciones y así determina la posición de cada post en el feed de actualizaciones, es decir, recibirá la misma atención un post donde abundan los “likes” frente a otro donde hay más “me enoja”.
Es así que de acuerdo con el portal Business Insider, Facebook no considerará si la reacción que ha pulsado el usuario es positiva o negativa, sino que va a valorar todas las emociones por igual a la hora de considerarlas para el posicionamiento de los artículos.
Por otro lado, y este es el segundo punto que genera problemas, el que el engagement sea la métrica que determina cómo se considera de importante algo crea un círculo vicioso de la información. Lo que es relevante es siempre lo mismo, esa información chocante y llamativa que logrará la respuesta. Es lo que ha ocurrido, al final, estos años con el clickbating o lo que pasó 100 años atrás con la prensa de papel. Lo que vende es lo llamativo, lo chocante, pero si el algoritmo solo se queda con eso todo lo que veremos serán ese tipo de contenidos.
El resto ni siquiera tendrán una oportunidad.