Si me quedaba alguna duda, esta fue despejada con el fragor de una explosión el 11 de marzo de 2004. Estamos inmersos en una guerra. Ya lo escribía mi admirado Arturo Pérez Reverte en su blog, “Patente de Corso”, hace un par de años. La guerra amenaza nuestro estilo de vida, nuestras libertades ganadas por generaciones y mucho sacrificio.
Puede que desde México veamos muy lejano el asunto del terrorismo islámico. Tradicionalmente el país se ha visto alejado de todos los conflictos militares que han forjado el mundo tal como lo conocemos. Pero supo al final de los mismos recibir a intelectuales, políticos, en una palabra, refugiados de uno u otro bando que supo hacer del México hasta mediados del siglo XX, el faro del mundo en cuanto a cultura, arte y avances sociales y económicos.
Esto haría pensar que estamos sensibilizados a la guerra abierta que está ocurriendo en muchos lugares de Europa. Los campos de batalla son París, Niza, Londres, Madrid, Berlín, etc. Los soldados caídos: turistas, civiles y jóvenes que disfrutan de un concierto, una fiesta callejera o una simple reunión con amigos.
Pero no, vemos una noticia de un tipo que escapa con astucia de los rateros y compartimos el video, se lo enseñamos a amigos y comentamos en redes sociales. En cambio, la tragedia del Manchester Arena aparece en nuestra pantalla y no sé si porque lo vemos lejano o porque nos estamos “anestesiando” por la frecuencia de las “batallas” o tal vez vivimos en negación, pero cada vez existe menos respuesta y condena por parte de los mexicanos.
A nadie se le escapa que vivimos en la Tercera Guerra Mundial. El enemigo está acostumbrado a esta guerra desde hace siglos, sus costumbres, su manera de ejercer la lucha armada. La primavera árabe, aplaudida por las mentes bien pensantes no ha hecho más que expandir sin control una población con criterios y principios muy distintos a los que blandimos en las sociedades occidentales. Pero hay que ir más lejos. Desde la caída del Sha, que seguro no era un bebé de pecho, pero ya se demostró cómo los iraníes saltaron del sartén para caer en las brasas.
El enemigo, enarbola la causa religiosa para agitar países y conciencias. Conciencias débiles que con el principio de la guerra santa (yihad), atentan contra hombres, mujeres y niños, pero además atentan contra nuestra forma de vida, contra nuestra cultura, contra nuestra libertad.
Me quiero adelantar al comentario que suele seguir para contradecir mi anterior argumento con las palabras del erudito musulmán Ibn Jaldún (1332-1406) quien escribió: “En la comunidad musulmana, la yihad es un deber religioso, debido a la universalidad de la misión (musulmana) y (la obligación) de convertir a todo el mundo al Islam ya sea por persuasión o por la fuerza”. Esta interpretación del Corán, si bien no es la única, sí es de las más aceptadas y en la que se basan los terroristas que dicen seguir el mandato de su Dios.
La quinta columna está entre nosotros. La mayor bomba, la traen sus mujeres en el vientre, con una tasa de natalidad de 4 a 5 veces la de algunos países europeos.
¿Y México, dónde está en este conflicto? Pues abrumado con su conflicto interno, por la inseguridad, por los problemas económicos, acosados por el vecino prepotente que cree poder imponer sus formas y completamente inconsciente de la amenaza que viene del enemigo.
¿Eres mujer? Si la guerra se pierde, olvídate de todos los derechos que tantos siglos le ha costado obtener a tu género. ¿Eres cristiano? Olvídate de tus tradiciones, de tu fe, de tu religión, ellos te perseguirán. ¿Eres ateo? No creas que te va a ir mejor. ¿Eres homosexual? Mejor ni te cuento. ¿Crees en la democracia? Nunca se llevó bien con su pretendida teocracia. ¿Eres adúltera? Ya andan preparando las piedras para lapidarte. ¿Te gusta la fiesta y el tequila? El próximo imán de la mezquita de tu colonia no creo que esté muy feliz con tus costumbres.
Sé que puede sonar extremista, pero la guerra es la guerra y tal vez hoy no ocurra, ni en los próximos 50 años… Pero no es tan lejano como pudieras pensar. A todos les recomiendo que se lean la novela de Michel Houellebecq, “Sumisión”. Retrata la Francia del año 2022 de una forma que hace 50 años nadie hubiera imaginado y hoy casi es real.
Como mexicanos formamos parte del mundo occidental amenazado por los asesinos, terroristas y extremistas. Evitemos que nos pase como a la rana a la que le calientan poco a poco el agua, que no salta y se hierve poco a poco sin inmutarse.
Como poco y parafraseando al ya citado Pérez Reverte: