La vida contemporánea en los centros de trabajo incluye con más frecuencia la procuración del bienestar personal como una medida para incrementar la satisfacción de la fuerza trabajadora y, con ello, los indicadores de engagement y productividad, por esta razón, la Amedirh (Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos), ha puesto especial énfasis en la difusión e impulso del desarrollo de políticas de diversidad e inclusión, así como perspectiva de género, a fin de facilitar los procesos de desarrollo integral de las personas, tal como lo explicó su director general, el Lic. Pedro Borda Hartmann.
En México, las estadísticas vitales difundidas por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) revelan que el tamaño del reto sigue siendo grande toda vez que “en la mayoría de los hogares familiares se reconoce como jefe a un hombre (73.0%), mientras que en tres de cada 10 (27.0%), es una mujer quien asume este papel”.
Los especialistas en Recursos Humanos, deben acercarse a la comprensión de este comportamiento demográfico pues el hecho de que existan más jefas de hogares implica modificaciones en la dinámica familiar, la vida personal y el desempeño que una persona, en este caso, una mujer, puede tener en su actividad laboral o profesional.
Al respecto, los expertos del INEGI han identificado que, en la mayoría de los casos, la ocupación de la jefatura del hogar familiar se debe a viudez o separaciones. Desde luego, hay que contemplar a los casos donde las mujeres han elegido establecer un entorno familiar sin la presencia del varón.
De acuerdo con el INEGI, “de los hombres jefes de hogares familiares con actividad para el mercado y bienes de autoconsumo invirtieron, en promedio, 79.3 horas a la semana; por su parte, las jefas mujeres invirtieron en estas tareas 60.3 horas promedio con respecto a las actividades del trabajo no remunerado del hogar, las jefas de hogares familiares invierten 33.2 horas promedio a la semana en las tareas domésticas, y los jefes 11.1. Para el cuidado a integrantes del hogar, ellas destinaron 25.5 mientras que ellos 14.2 horas promedio”.
Los rasgos que presenta la dinámica poblacional y en los hogares familiares tendría que llamar la atención del empresariado, a través de la función de Recursos Humanos.
El diseño de programas de apoyo a las trabajadoras que son madres de familia y a las mujeres en general deberían estar orientados a facilitar la solución de sus necesidades inmediatas con políticas de flexibilidad. Al mismo tiempo, con herramientas que contribuyan a reducir los mecanismos que perpetúan ciertos modelos de género en los que son ellas las principales responsables de la buena marcha del hogar.
Finalmente, Borda Hartmann concluye que las iniciativas de flexibilidad en los horarios, home office y trabajo remoto, apoyo en los periodos de lactancia, son tan importantes como el considerar el empoderamiento de las madres de familia para que se preparen y accedan a mejores posiciones laborales y condiciones de trabajo.