Los hermanos de Miguel Córdova dejaron de buscarlo. Pues hace seis años la Fiscalía les entregó un cuerpo y aseguró que se trataba de él… ahora saben que está vivo.
Miguel Córdova Córdova es un joven en situación de calle que se hizo viral en redes sociales luego de que fuera testigo del derrumbe en la Línea 12 del Metro, donde él dormía. A raíz de su testimonio, su hermano Eusencio Córdova logró encontrarlo y ahora quiere llevarlo a casa para que vea de nuevo a su madre. Micaela, quien se encuentra delicada de salud luego de enterarse de la noticia. “Hace seis años lo enterramos y ahora está vivo”, dijo.
“Sabemos que ha dicho en la segunda entrevista, donde se le ve bien, que no me conoce, y que si se salió de casa fue para no regresar. Entiendo su decisión y la respetamos como familia, pero quiero que entienda que mi madre ya sabe que está vivo y quiera hablar con él, para que ella puesta estar tranquila”, expresó Eusencio.
Eusencio aclaró que no buscan a su hermano por un interés económico. Sino por cuidar de la salud de su mamá. Pues se enteró a través de las vecinas sobre el estado de su hijo, quien le dijeron, estaba saliendo en televisión.
“Mi mamá al oír eso se puso mal, le dijimos que lo que queríamos es que ella estuviera tranquila. Que si estaba vivo nos alegráramos, pero que no se pusiera mal. Pero, ¿cómo va a estar bien? Si hace 6 años lo enterramos”, contó.
La Fiscalía General de Tabasco le entregó a la familia un cuerpo con las mismas características que presuntamente tenía Miguel. Como una cicatriz cerca del abdomen y un tatuaje en cerca del hombro, por lo que, con dolor y tristeza. Reconocieron el cuerpo como el de su hijo y le dieron sepultura.
“Me acuerdo que gastamos al rededor de 20 mil pesos para que la funeraria lo llevara del centro de Villahermosa, Tabasco hasta acá. En nuestro pueblo, pues era el único servicio más económico de la entidad”, mencionó.
La administración de la Fiscalía había encontrado el cuerpo en un malecón cerca de una playa y que él, al quedarse dormido cerca del mar, murió ahogado al subir la marea.
“Aquí en el municipio, cuando fallece alguien, tenemos que ofrecer comida y rosarios a todos los que viven, y nosotros sin dinero; era imposible darle un entierro digno, pero los vecinos se solidarizaron con mi mamá”, recordó.
El padre de ambos hermanos murió tiempo después. Quedándose con la idea de que su hijo Miguel había muerto y que nunca más iba a regresar a casa.
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