Hubo quienes señalaron que Quetzalcóatl sería causa de terror entre los niños, por lo que las autoridades idearon un plan
Si hay algo que los niños esperan con gusto y ansias, además de sus cumpleaños, son las festividades de Navidad y Día de Reyes, ya que es el momento en que su buen o mal comportamiento será recompensado y un regalo les esperará bajo el árbol y el zapato.
Cada año, los niños se emocionan durante estas fechas anhelando la llegada de Santa Claus y de Melchor, Gaspar y Baltazar, pero ¿sabías que hubo un año en que fue el dios azteca Quetzalcóatl quien sustituyó a estos personajes e hizo la entrega de los regalos?
Fue el 27 de noviembre de 1930 cuando la primera plana de los diarios de mayor circulación nacional dieron la noticia de que esa Navidad Quetzalcóatl sería el símbolo nacional de la festividad.
Para sorpresa de todos, lo anterior había sido decretado por el entonces subsecretario de Educación, Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, quien apoyando el nacionalismo del presidente Pascual Ortiz Rubio, gestó la idea de que México debía tener un digno representante para la Navidad.
En declaraciones a la prensa, Lerdo de Tejada declaró:
“Ayer tuve el honor de comer con el señor Presidente de la República y durante la comida acordamos la conveniencia de sustituir el símbolo de Santa Claus por el de Quetzalcóatl, divinidad que sí es mexicana.
Me dio la idea de sustituir en las tradiciones extranjeras de Navidad –que no es nuestra– cambiándola por algo esencialmente mexicano, Quetzalcóatl sustituirá a los Santos Reyes a Santa Clós y a Noel”, declaró.
El objetivo, aseguró el funcionario responsable de los lineamientos educativos en el país, era “engendrar evolutivamente en el corazón del niño amor por símbolos, divinidades y tradiciones de nuestra cultura y nuestra raza”.
El funcionario señalaba que Santa Claus había sido una importación del porfiriato y se sumaba a las intromisiones extranjeras en el país, por lo que la adopción de Quetzalcóatl como benefactor de la infancia serviría para “reimplantar en nuestro México su legendaria tradición de pueblo patriota y civilizado” y promovería que la raza recuperara su antigua grandeza y todo lo suyo.
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“¿Cómo podían sentirse identificados los niños mexicanos con un anciano vestido de pieles, señor de un trineo que se desliza sobre la nieve, alguien de claro tipo sajón o ruso y que no se ensucia “con el hollín de las chimeneas?”, señalaba.
Mucho revuelo causó la decisión de Lerdo de Tejada y cartas a los editores de los principales diarios cuestionaban si a partir de ahora también se tendría que acostar en un pesebre a la serpiente emplumada y rezar en náhuatl.
Hubo también quienes señalaron que Quetzalcóatl sería causa de horror entre los menores, a lo que la Secretaría de Educación anunció que no iba a representar al dios mexica como la serpiente emplumada de las construcciones arqueológicas.
“De hecho, la figura del dios que usarían –muy apegada a la descripción de los viejos códices– resultaba muy semejante a Santa Claus e incluso podría ser tomado por uno de los Reyes Magos”, escribió Ismael Vidales Delgado.
Algunas caracterizaciones de Quetzalcóatl mostraban a un hombre barbado, rubio y ricamente ataviado con un moderno atuendo.
Pese a que las autoridades realizaron convocatorias, concursos y sorteos en la Lotería Nacional, en la que se publicitaba la nueva imagen nacional de la Navidad, la sociedad no reaccionó como se esperaba pues no sentían suyas las tradiciones indígenas.
Cuando el 23 de diciembre llegó, en el ya desaparecido Estadio Nacional, ubicado en la colonia Roma, se montó una estructura que simulaba la pirámide de la deidad azteca. Hombres ataviados con indumentaria azteca celebraron danzas y rituales en honor al nuevo ícono nacional.
Sin embargo, y ante miembros del gabinete presidencial y del cuerpo diplomático, Quetzalcóatl subió altivo por las escalinatas de su templo y procedió a compartir su tesoro, compuesto por dulces y regalos a apenas 15 niños que más forzados que de ganas, acudieron al evento.
Aunque en el sitio hubo cerca de 10 mil espectadores, la entrega de obsequios fue terminada por la primera dama Josefina Ortiz de Ayala Ortiz y los Tres Reyes Magos tradicionales, quienes causaron más empatía a los menores.