Especialistas advierten que el papel de los billetes está hecho de algodón, donde las bacterias se concentran en colonias que tienden a expandirse.
Todos hemos escuchado que el dinero es sucio, y no porque se obtenga de fuentes no legales, sino porque su uso cotidiano lo hace un objeto al que fácilmente se le adhieren virus y bacterias provenientes de todas partes del cuerpo, pero ¿Te imaginas que ese codiciado billete de 500 contenga más bacterias que las que hay en tus zonas genitales?
Recientemente un estudio de la Universidad de Nueva York reveló que cada billete puede contener hasta 3 mil tipos diferentes de bacterias y microbios, muchos de ellos provenientes del pene o la vagina.
Así lo da a conocer el artista Ken Rinaldo en su exposición “Borderless Bacteria”, que se realiza en Berlín, con datos de un estudio realizado por la especialista Jane Cartlon, en el Centro de Genoma y Biología de Sistemas de la Universidad de Nueva York.
Rinaldo explica que el papel moneda utilizado todos los días por la gente, se ha convertido en un vehículo de transmisión de microorganismos, los cuales han aprendido adaptarse para prolongar su vida.
Esto se debe a que el papel de los billetes está hecho de algodón, donde las bacterias se concentran en colonias que tienden a expandirse.
Aunque el número de microbios que se pueden hallar en estos objetos resulta impactante, es otro dato el que está generando mayor escándalo: gran parte de esas bacterias provienen de la piel, la boca, el pene o la vagina de los humanos.
Jane Cartlon advierte que las personas suelen ignorar lo sucio que es el dinero en términos de bacterias, porque las personas son poco conscientes de la cantidad de microorganismos que intercambian todos los días no sólo al intercambiar billetes, sino al dar un beso, la mano, usar el metro o abrir una puerta.
Sin embargo, la especialista asegura que esa distribución de bacterias no es tan mala como se podría esperar, pues resulta clave para el funcionamiento del planeta. No obstante, recomienda:
“Las personas deben continuar lavándose las manos con frecuencia para evitar la transferencia de organismos de un lugar a otro”. Jane Cartlon, especialista del Centro de Genoma y Biología de Sistemas de la Universidad de Nueva York.
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NCV